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Introducción

Si los sesenta millones de personas refugiadas

se unieran podrían conformar todo un país. El

vigesimocuarto más poblado del mundo, alcan-

zando casi la misma cantidad de ciudadanos

que tiene actualmente Italia. Estos sesenta mi-

llones de personas son “los parias”, los “sin

nombre”, los hombres y mujeres, niños y ancia-

nos que se convierten en cifras. Los que han

perdido todo lo que tenían. Todo menos la dig-

nidad.

Pero a una cifra de esas dimensiones –¡se-

senta millones!– no se llega de la noche a la

mañana. El drama humanitario que estamos vi-

viendo en las puertas de Europa no es algo nue-

vo y, lo peor de todo, no ha sido algo imprevisi-

ble. Las organizaciones de derechos humanos

llevamos años alertando sobre esta grave situa-

ción. La intensificación en los últimos años de

los conflictos, especialmente en Oriente Medio

y África, en países como Siria, Irak, Afganistán,

Sudán, Somalia, Eritrea, Nigeria, Malí o

República Centroafricana, y la indiferencia de

Europa ante ello, ha sido una de las principales

causas que han provocado que la situación se

haya vuelto insostenible para miles de personas

que necesitan un lugar donde reiniciar su vida.

Este alarmante aumento de personas necesi-

tadas de refugio es fruto de numerosas violacio-

nes de derechos humanos, invasiones, conflic-

tos alentados por el odio durante décadas,

potencias que priorizan sus intereses frente a

evitar masacres, multinacionales que desplazan

pueblos enteros contaminando y manipulando

los recursos naturales de regiones enteras y go-

biernos que persiguen, o consienten que otros

grupos paramilitares lo hagan impunemente, a

minorías sociales y religiosas, permitiendo ejer-

cer la violencia contra las mujeres o instigando

a todas aquellas personas que denuncian o

cuestionan este tipo de prácticas.

Con ello sesenta millones de seres humanos

se han visto obligados a huir; es una cifra alar-

mantemente escandalosa, vergonzante para

darse en pleno siglo XXI. No olvidemos que es-

tos sesenta millones de personas no han elegido

salir voluntariamente, no están buscando una

Refugiados: Europa

se cruza de brazos

ante la tragedia

Estrella Galán y Paloma Favieres