El Estado de la Unión Europea - El Parlamento Europeo ante unas elecciones trascendentales

EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA 10 Ningún Estado miembro ha querido imitar a Gran Bretaña. Los Veintisiete han mantenido una posición negociadora única, frente a los varios intentos de dividirla. Y desde la fecha del referéndum se ha incrementado el apoyo popular a la moneda única y a la Unión, que alcanza las mayores cotas desde 2002, como muestran las últimas encuestas del Eurobarómetro. Pero todavía hoy el euro, la desigualdad, y la gestión colectiva de las migraciones son retos pendientes de la Unión. A lo que habría que añadir como desafío el convertirse en un verdadero actor global. En 2050, África tendrá 2500 millones de habitantes. India, 1700. La Unión seguirá tenien- do más o menos los mismos que ahora, 500 millones. Como resultado de la creciente desigualdad y la deficiente gestión de los flujos de migrantes, han surgido en el continente movimientos nacio- nal-populistas, ya eurófobos, ya euroescépticos. Estos partidos captan y expresan bien el malestar de sectores sociales importantes, pero los retos citados no se solventan volviendo al Estado nación. Al contrario. En un mundo interdependiente como el nuestro poco se puede hacer por más que se blanda una soberanía más formal que real. Si España en 2004 hubiera tenido la peseta y no el euro, no habría podido sacar las tropas de Irak. Por tanto, lo que necesitamos es más y mejor Europa. Más Europa quiere decir una Unión con más competencias y presu- puesto para poder gestionar los grandes retos de nuestra era, que son transnacionales, como la seguridad, el cambio climático, las migraciones o la desigualdad. Desde luego no debe significar “más austeridad”. Al revés, debe significar una Europa con una fuerte dimensión social para mejorar las condiciones de vida y frenar las disparidades sociales: seguro europeo de desempleo, salario mínimo e impuestos a las transac- ciones financieras y a las plataformas tecnológicas. Mejor Europa quiere decir una Europa más ágil en la toma de decisio- nes y más democrática. Por eso debemos eliminar la regla de la unanimidad en determinadas materias clave, como política exterior, fiscalidad, determinación de nuevos recursos propios y presupuesto plurianual. También hay que reforzar el Parlamento Europeo, para que apruebe en pie de igualdad con el Consejo los impuestos europeos y el presupuesto a largo plazo, materia hoy reservada a los Estados. Este tipo de cambios permitirían completar la construcción europea con una unión política de corte federal, la cual es imprescindible para po- der desarrollar las políticas de la Europa social y actuar decisivamente en el mundo.

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