El Estado de la Unión Europea - El Parlamento Europeo ante unas elecciones trascendentales

EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA 18 Cambios políticos en 2018: ¿volver a o volver a contar en Europa? A diferencia de esas ocasiones, en 2018 los cambios políticos en España han introducido la variable de la proactividad. A diferencia de un Rajoy situado al pairo de los acontecimientos en la UE, con una voluntad mínima de ser parte activa de la vanguardia eu- ropea junto con Alemania y Francia, casi invisi- ble en los Consejos Europeos, el presidente Sánchez marcó de forma clarísima la prioridad europea. El socialista ha definido a su Gobierno desde el primer momento como europeísta y ha pues- to en marcha una proactividad muy intensa a fin de hacer visible la determinación de España de participar con propuestas en esa vanguardia de la UE. Algo, sin duda, muy bien recibido tanto por las instituciones comunitarias en Bruselas como por Berlín y París, pues por fin la cuarta econo- mía de la eurozona ha empezado a jugar el pa- pel que le corresponde como aliado necesario para definir el presente y el futuro de la UE. En ese sentido, resultó particularmente signi- ficativa –aunque quizás no se le diera pública- mente la relevancia debida– la afirmación del ministro de Asuntos Exteriores germano en un debate en Madrid con su homólogo español, Josep Borrell, al situar explícitamente a España, quizá por primera vez en la historia comunitaria, como el tercer pilar del eje franco-alemán. Con buena voluntad, pero con cierta exage- ración, se ha afirmado muchas veces que con Rajoy España se fue de la UE y con Sánchez ha- bía vuelto, cuando probablemente sería más acertado decir que el socialista ha vuelto a con- tar en Europa. De forma que la diferencia antes y después de la moción de censura no es tanto que se haya cambiado de posiciones, sino que ahora se tiene la voluntad de expresarlas y ha- cerlas valer en compañía de otros. Esto nos permite retornar por un momento al famoso debate sobre el peso de España en la UE, que tanto el Gobierno de Aznar como mu- chos diplomáticos y analistas situaban en la de- finición formal, en el Tratado, de las mayorías en el Consejo de la UE y el Consejo Europeo. De forma que la sustitución de la ponderación de votos por los parámetros de la población y el número de estados supondrían la práctica lami- nación de España en Bruselas, cuando, en reali- dad, el peso de un país en la UE no pasa por situarse a la defensiva atrincherado frente a los demás en tales o cuales números, sino en su capacidad para formar alianzas en positivo, como demostró en la práctica una y otra vez la política europea de Felipe González. Del discurso del Gobierno Sánchez se infiere claramente que es esa segunda concepción la que prima, junto con otra muchas veces explici- tada por González: la combinación ganadora es hacer coincidir el interés de España con el inte- rés europeo. La proactividad del actual Gobierno va en esa dirección y los resultados obtenidos en sus primeros meses de mandato demuestran el acierto de su política, sobre todo a la vista de la compleja situación política que atraviesan nu- merosos Estados miembros. También conviene señalar, en honor a la ver- dad, que el nuevo papel proactivo de España en la UE es realizable porque el país, aún con sus limitaciones, ha terminado saliendo en buena medida de la crisis económica que lo atenazó durante la crisis, lo situó al borde del rescate estructural en más de una ocasión y necesitó un rescate bancario.

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