El Estado de la Unión Europea - El Parlamento Europeo ante unas elecciones trascendentales
EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA 44 un aumento de la productividad. Como ya he señalado en un estudio sobre el perfil de los alumnos de enseñanza obligatoria coordinado por el autor de estas líneas, “lo que distingue el desarrollo del atraso es el aprendizaje. Aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y vivir con otros y aprender a ser son los elementos constitutivos que deben ser tenidos en cuenta. Esto supone colocar la educación du- rante toda la vida en el mismo corazón de la sociedad, por la comprensión necesaria de las tensiones que condicionan la evolución huma- na. Lo global y lo local, lo universal y lo singular, la tradición y la modernidad, el corto y el largo plazo, la concurrencia y la igualdad en el respe- to hacia todos, la rutina y el progreso, las ideas y la realidad, todo nos exige que rechacemos las recetas más obsoletas y la rigidez y nos apela a pensar y crear un destino común humanamente emancipador”. En Portugal, la igualdad de oportunidades, sobre todo mediante la entrega gratuita de manuales escolares en la enseñanza obligatoria; la consideración de la enseñanza secundaria para que no esté solo orientada a la continuidad de estudios superiores, sino tam- bién a la creación de condiciones de flexibilidad laboral que impulsen la motivación profesional y permitan el éxito en la educación, son los más importantes factores de exigencia y evaluación de la calidad de la enseñanza. En el ámbito cul- tural, subrayemos que con ocasión del Año Europeo del Patrimonio Cultural 2018, en Portugal se puso en práctica la participación de las escuelas, sobre todo mediante la red de bi- bliotecas escolares, lo que le ha posibilitado es- tar en la vanguardia en lo que se refiere a inicia- tivas y a superar las lecturas restrictivas del patrimonio cultural. Los retos de la democracia europea En Portugal repercute de manera importante el que el debate europeo esté atravesando un mo- mento especialmente difícil y problemático. Hay síntomas de una enfermedad crónica que pue- de llegar a convertir a la Unión Europea en irre- levante, fragilizada y subalterna en un mundo de polaridades difusas y de muchas incertidum- bres y peligros, sea desde la creciente influencia de las nuevas potencias asiáticas a la descontro- lada situación en Oriente Medio, pasando por la irracionalidad del terror y la ausencia de una verdadera capacidad para que haya un diálogo entre las diversas culturas. Se echa en falta una voluntad política compartida que sea capaz de responder a tres incógnitas: cómo reconocer a los ciudadanos su voz en la definición de objeti- vos comunes por medio de instituciones media- doras realmente eficaces; cómo vincular la eco- nomía y la política que haga que la Unión Europea tenga un activo papel en el equilibrio de la escena internacional, y cómo garantizar un desarrollo sostenible basado en el conocimien- to, en la formación, la innovación a cohesión y la calidad de vida. Hay que encontrar respuestas coherentes y eficaces a la vez. De ahí la necesidad de la subsidiaridad, de la descentralización, de la desconcentración y de la planificación estratégica de los Estados, en una articulación clara con la Unión Europea. La calidad de la democracia estri- ba en la participación del ciudadano, de la cohe- sión social y de la sostenibilidad, lo que nos obli- ga a compartir recursos y responsabilidades. Desde los temas ambientales y de las alteraciones climáticas hasta los peligros del ciberterrorismo, pasando por la necesidad de energías limpias y proteger la calidad de vida, todo ello es condición necesaria para preservar una ciudadanía respon- sable y la dignidad humana en general. El rigor financiero y presupuestario y la sostenibilidad
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