El Estado de la Unión Europea - El Parlamento Europeo ante unas elecciones trascendentales

POPULISMO DE DERECHAS EN LA UE: UNA AMENAZA AL PROCESO DE INTEGRACIÓN 51 socialdemócrata PvdA, mantuvo las duras medi- das de austeridad, lo que permitió que el partido populista de derechas de Geert Wilders siguiese presentándose como el defensor del Estado del bienestar neerlandés. Al igual que la derecha po- pulista de otros países, lo acompañan con un discurso contra la inmigración, con especial én- fasis en la población musulmana, y buscan chi- vos expiatorios a los que culpar de los recortes sociales y la creciente desigualdad social. La campaña electoral de 2017 demostró que la estrategia de Geert Wilders había dado sus frutos. Durante mucho tiempo pareció que el PVV se había convertido en el partido más fuer- te. Los planes de Wilders solo se vieron frustra- dos cuando Rutte giró hacia la derecha, escri- biendo a los neerlandeses una carta en la que pedía a los inmigrantes que “se comportasen con normalidad” o se fueran del país. El PVV de Wilders se convirtió, entonces, en el segundo partido “solo” tras el VVD de Rutte. La socialde- mócrata PvdA pagó un alto precio por apoyar las políticas de austeridad en la gran coalición durante el segundo mandato de Rutte: en las elecciones de 2017, su apoyo se desplomó de casi un 20 % a un 5,6 %. Alemania De los cinco Estados examinados, Alemania con- tinúa siendo el que muestra mayor estabilidad. El país ha experimentado las mayores tasas de cre- cimiento y la mayor reducción del desempleo desde la crisis. Asimismo, los salarios vuelven a subir en términos reales. Sin embargo, un asunto problemático, y un factor fundamental que expli- ca el auge de la derecha populista, es el cambio de los patrones de distribución y la percepción cada vez mayor de las desigualdades socioeconó- micas. El 40 % inferior de los asalariados apenas ha visto aumentar sus ingresos en los últimos veinte años. Existe un claro temor entre las cla- ses trabajadora y media-baja de que se produz- ca un retroceso social como consecuencia de la globalización. Además, gran parte de los habi- tantes de la antigua Alemania Oriental se sien- ten ciudadanos de segunda clase con respecto a los de Alemania Occidental. En lo que respecta a la estabilidad política del país, hasta hace poco los dos partidos de la gran coalición dominaban el panorama político, aunque sufrieron grandes pérdidas en las últi- mas elecciones federales de 2017 (un total de 14 puntos porcentuales). En Alemania también crece la impresión en parte de la población de que los grandes partidos políticos son cada vez más incapaces de solucionar adecuadamente los problemas del país. En las elecciones locales de Baviera y Hesse en 2018, tanto el CDU/CSU (Demócratas Cristianos) como el SPD (Partido Socialdemócrata) han sufrido pérdidas electora- les de dos dígitos. Mientras tanto, los sondeos de opinión de cara a las elecciones federales mostraron que el CDU/CSU ha caído hasta alre- dedor de un 25 % y el SPD ha llegado a caer al 14 %. Alternativa para Alemania (AfD) irrumpió en el parlamento federal por primera vez en 2017 con el 12,7 % de los votos (véase Funke y Mudra, 2018). Sin duda, su éxito se ha visto im- pulsado por un cuarto factor determinante: la crisis de los refugiados. El espíritu de acogida, que aún era mayoritario en 2015, lleva ya mu- cho tiempo debilitándose debido al creciente escepticismo ciudadano provocado por el gran flujo de inmigrantes. Los partidos de centro han reaccionado a esta situación con políticas para blindar el país y llevar a cabo deportaciones (acuerdo entre la UE y Turquía: más Estados son considerados terceros países seguros). También han ido incorporando la retórica del AfD sobre la problemática de los refugiados.

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