El Estado de la Unión Europea - El Parlamento Europeo ante unas elecciones trascendentales
EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA 56 de la UEM que incluía los siguientes elementos clave: la introducción de un gobierno económico responsable de una política fiscal anticíclica, la creación de eurobonos y un fondo de alivio de deuda para una política común de deuda. Conforme a estos planes, el Parlamento Europeo asumiría el control democrático de este gobier- no económico. Sin embargo, la tendencia hacia la renacionalización se hizo ya evidente en las elecciones europeas de 2014, dejando claro que estos planes de reformas, sensatos pero ambi- ciosos, se enfrentarían a una importante resis- tencia. El debate sobre las reformas encalló y no se retomó hasta 2017, cuando la Comisión Europea y el nuevo presidente francés, Emmanuel Macron, presentaron nuevas propuestas. Los planes presentados por la Comisión en primavera y otoño de 2017 no llegaron tan lejos como los de Durão Barroso, y consistieron prin- cipalmente en un presupuesto de la UE ligera- mente mayor, que también recibiría recursos para luchar contra crisis asimétricas y promover reformas (neoliberales) en determinados Estados de la UE, por supuesto sin que la UE transfiriese fondos a dichos Estados miembros. La Comisión también recomendó convertir el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) en un Fondo Monetario Europeo y fortalecer la unión banca- ria mediante un sistema común de garantía de depósitos y un mecanismo de protección para el Fondo Único de Resolución. Las propuestas de Emmanuel Macron eran más ambiciosas, aunque por supuesto los por- menores no se explicaron en profundidad. La principal preocupación de Macron era aumentar considerablemente el presupuesto de la UE y tener un presupuesto independiente para la zona euro con el fin de combatir las crisis y esti- mular la inversión. En el transcurso de las negociaciones de 2018, la mayoría de las propuestas de reforma presentadas por la Comisión Europea y Emma- nuel Macron fracasaron. Este fracaso se debió, en parte, al tibio apo- yo del Gobierno de Merkel a las ideas de Macron y en parte a la resistencia de la Liga Hanseática. Merkel se mostraba reticente debido sobre todo a que el grupo parlamentario CDU-CSU rechazó los planes para un mayor presupuesto en la UE y un presupuesto independiente en la zona euro para medidas de estabilización. La idea de destinar más recursos a la UE y crear un presupuesto independiente para la zona euro fue rechazada de manera aún más firme a partir de la primavera de 2018 por un grupo de países denominados Liga Hanseática, que inicialmente consistía en ocho Estados miembros de la UE: Países Bajos, tres países escandinavos, tres Estados bálticos e Irlanda, y más tarde 12 países (con la incorporación de Bélgica, Luxemburgo, Malta y Austria). La Liga Hanseática, que se opone a una ma- yor profundización en el proceso de integra- ción europea, incluye un gran número de paí- ses entre los que se cuentan Bélgica, Dinamarca, Suecia, Finlandia, Países Bajos y Austria, donde los partidos de la derecha populista tienen su- ficiente peso para ejercer una gran influencia en el panorama político del país. En algunos de estos Estados (Bélgica, Dinamarca, Austria), ac- tualmente forman parte de Gobiernos de coa- lición. No existe el consenso necesario para todas las cuestiones relacionadas con la reforma de la UEM y el futuro marco financiero a medio plazo de la UE. Así, aún antes de la cumbre de julio de 2018, se hizo patente que era muy improbable que las inminentes negociaciones desemboca- ran en la puesta en marcha de los ambiciosos planes de Macron, las exigencias de la Comisión Europea –más modestas– o incluso las limitadas ideas de Alemania.
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