El Estado de la Unión Europea - El Parlamento Europeo ante unas elecciones trascendentales
EL DIFÍCIL CAMINO HACIA LA NECESARIA UNIÓN FEDERAL EUROPEA 63 Así, los ciudadanos no tienen posibilidades de elegir ni de controlar a la mayoría de los que han intervenido en decisiones que les afectan profundamente, como muchas de las que se han tomado durante la crisis. Además, la regla del consenso hace que la mayoría de las decisiones sean muy difíciles de alcanzar, a través de arduas y largas negociacio- nes que normalmente dan al final un resultado muy pobre, y es un procedimiento muy lento ya que, salvo convocatorias extraordinarias, el Consejo Europeo se reúne cada seis meses y fre- cuentemente tienen que aplazar sus decisiones a una o dos reuniones posteriores. Por su parte, el Consejo de la UE necesita también reformas que hagan más ágil y eficaz su cometido. En primer lugar, las distintas for- maciones deberían poder elegir su propio presi- dente, por un periodo de dos años y medio pro- rrogable en otro, suprimiendo así la presidencia rotatoria, que podría quedar –si fuera necesa- rio– en una secretaría rotatoria. Convendría, por otra parte, que el Eurogrupo fuera oficializado como formación permanente en los tratados, aun considerando su relación con el Ecofin. Y, lo más importante, es necesario revisar los asuntos que deben decidirse por unanimidad para redu- cirlos al mínimo, es decir, a asuntos como la ad- hesión de nuevos miembros o la firma de trata- dos internacionales o algunos asuntos de la PESC que puedan afectar a la soberanía de los Estados miembros, y llevar el resto –incluidos los temas impositivos y la armonización de algunas leyes– al campo de la mayoría cualificada. Se trata de evitar, hasta donde sea razonable, que un Estado miembro pueda impedir la puesta en marcha de medidas que benefician al conjunto. La deriva, durante los últimos años, hacia el método intergubernamental sobre el comunita- rio ha deteriorado el funcionamiento del marco institucional, ha erosionado la democracia y la transparencia, y es en buena parte la causante de la desafección ante la Unión que ha afectado a grandes capas de la población. Es necesario, por lo tanto, reforzar el método de la Unión, delimitar las competencias, dotar de más poder a las instituciones propiamente comunitarias, en favor de la garantía de igualdad, y expresarlo claramente en los Tratados para evitar tergiver- saciones o errores futuros. Las instituciones comunitarias: el Parlamento Europeo y la Comisión Europea Junto con los Estados miembros, la segunda fuente de legitimidad de la UE son los ciudada- nos, que están representados en la arquitectura política de la Unión por dos instituciones que surgen del demos europeo, bien directamente por sufragio universal, el Parlamento Europeo, o indirectamente (a través del Parlamento Europeo), la Comisión Europea. Las funciones de ambos y su interacción representan el méto- do comunitario por contraste con el método intergubernamental del Consejo y el Consejo Europeo. Las competencias de ambos han au- mentado enormemente desde su creación, a través de los sucesivos tratados. El Parlamento Europeo ha pasado de ser meramente consulti- vo a tener poder de codecisión en la mayoría de las materias, y la Comisión Europea ha crecido en volumen, competencias, capacidad legislati- va y de gestión. No obstante, les falta mucho camino por recorrer si pensamos en una estruc- tura de carácter federal, en la que los ciudada- nos se vean realmente representados, capaz de adoptar decisiones transparentes, democráticas y equitativas. Este año, en el que se elige un nuevo Parla- mento Europeo, es un buen momento para ana- lizar por qué los ciudadanos europeos muestran
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