El Estado de la Unión Europea - El Parlamento Europeo ante unas elecciones trascendentales
EL DIFÍCIL CAMINO HACIA LA NECESARIA UNIÓN FEDERAL EUROPEA 69 partes de los Estados miembros que representen al menos tres cuartas partes de la población. A los Estados miembros que no aprobaran la re- forma se les ofrecería un estatuto de asociación. Evidentemente, este sería un gran paso que facilitaría las reformas que ahora pueden ser bloqueadas por un solo Estado miembro, y pro- bablemente disuadiría a alguno de la tentación de no ratificar. Pero en esta ocasión eso es im- posible, porque la reforma tiene que ser hecha de acuerdo con lo establecido en el TUE actual, y aunque el apartado 5 del artículo 48 indica que “[…] si, transcurrido un plazo de dos años desde la firma de un tratado modificativo de los tratados, las cuatro quintas partes de los Estados miembros lo han ratificado y uno o varios Estados miembros han encontrado dificultades para proceder a dicha ratificación, el Consejo Europeo examinará la cuestión”, ese examen no puede en ningún caso privar a un Estado miem- bro del derecho que le otorga el resto del TUE y en particular el apartado 4 de ese mismo artícu- lo. La renuncia a la unanimidad, así como el re- feréndum de ratificación europeo, podrán in- cluirse –y sería conveniente– en la reforma que ahora se aborde, pero –si finalmente se introdu- cen en los tratados– solo serán de aplicación en las siguientes reformas. Conclusión Las reformas que aquí se presentan –a veces de un modo esquemático, debido al formato– pue- den parecer muy ambiciosas, especialmente en algunos aspectos, pero en realidad son la conti- nuación lógica de las que se han hecho hasta ahora, y una consecuencia inevitable de la situa- ción interior y exterior de Europa. Creemos que es el momento de emprender decididamente el camino hacia la Unión Federal para superar el actual deterioro político y el consiguiente peli- gro de desintegración de la UE, y estamos con- vencidos de que, si se explica bien, gozará al fi- nal del apoyo de una mayoría de europeos. No obstante, sabemos que no será nada fácil llegar a un acuerdo sobre el alcance y contenido de las reformas institucionales y normativas que la UE necesita para avanzar por ese camino, y –sobre todo– que ese acuer- do sea ratificado por todos y cada uno de los Estados miembros. Hay muchas fuerzas anti- europeas –internas y externas– a las que no les interesa en absoluto que ese proyecto prospe- re y se convierta en una realidad, y que harán todo lo posible por impedirlo. Algunas de esas fuerzas tienen el poder ahora en ciertos Estados miembros, como Hungría, Polonia o Italia, y podrían hacer naufragar el intento, aunque probablemente no en su inicio. No obstante, en cinco años, lo que ha de durar la nueva legislatura europea, pueden pasar mu- chas cosas, y las opiniones e intereses pueden realinearse en un sentido u otro. Al final la sensatez acaba por imponerse, aunque sea a pequeños pasos. Y ahora lo más sensato es avanzar. La existencia de sectores eurófobos no debe paralizar el proceso, sino servir de estímulo para ofrecer a los ciudadanos europeos algo mejor de lo que hay ahora. Lo peor que se puede ha- cer ante los que atacan a la UE es no hacer nada, la parálisis da alas a los contrarios a la in- tegración. Como los lobos acosan a su presa cuando está cansada o enferma, así los populis- mos nacionalistas y antieuropeos atacan a una Unión debilitada por su alejamiento de los ciu- dadanos, su estructura institucional incompleta, sus errores y el déficit democrático de sus deci- siones durante la crisis, que han conducido a una mayor desigualdad entre países y entre sec- tores sociales.
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