El Estado de la Unión Europea - El Parlamento Europeo ante unas elecciones trascendentales
EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA 72 una lengua o cultura comunes, inspirada por el romanticismo, para conseguir la adhesión de la gente. Simplificando, podría decirse que el primer enfoque apela a la mente, el segundo al estó- mago y el tercero al corazón. Será pues necesaria una combinación de las tres aproximaciones para que construir una ciu- dadanía europea capaz de ser ejercida, disfruta- da y sentida en plenitud por la gran mayoría de los europeos y de los que viven en Europa. Desde un punto de vista conceptual, los de- rechos de ciudadanía pueden clasificarse en cuatro dimensiones. La primera corresponde a las libertades civiles (libertad de pensamiento y expresión, libertad religiosa, etc.). La segunda es la relativa a los derechos políticos (derecho a participar en los asuntos públicos, a votar y ser candidato en las elecciones, etc.). Estas dos categorías, que es posible agrupar bajo el epígrafe de derechos civiles y políticos, responde al modelo griego de ciudadanía. El tercer grupo es el de los derechos econó- micos y sociales (educación, sanidad, seguridad social, etc.), y que corresponde de alguna ma- nera con la vía romana de ciudadanía. La cuarta posible categoría incluiría derechos en su día llamados de última generación, como el derecho al medioambiente o a la cultura, pero que podríamos englobar en el derecho a disfru- tar de una vida plena en clave posmaterialista, una vez garantizadas las condiciones de vida materiales mínimas. Esta cuarta dimensión, en clave posnaciona- lista, podría equipararse al enfoque alemán o romántico de ciudadanía. Es importante tener en cuenta que este mo- delo multidimensional de ciudadanía es indivisi- ble para que pueda operar correctamente. De poco sirven los derechos civiles y políticos y el disfrute de la cultura si una buena parte de las personas no tienen cubiertas las necesidades materiales más elementales. Al mismo tiempo, un modelo como el que se encuentra en determinados países asiáticos, donde se provee el bienestar social (si bien con un alto grado de desigualdad), pero sin libertad de expresión o de participación, resulta alta- mente insatisfactorio; al menos es impensable en la sociedad occidental. ¿Qué papel desempeña la UE en la provisión de estos derechos de ciudadanía? En el capítulo de los derechos civiles y políti- cos, es evidente que la UE es la parte del mundo donde estas libertades son más extensas y están mejor protegidas, tanto por los Estados miem- bros como por las propias instituciones de la UE y el sistema del Consejo de Europa. Lo que no quiere decir que esté todo dicho en este terreno. En lo relativo a la protección de los derechos fundamentales, sigue pendiente la ratificación del Convenio Europeo de Derechos Humanos por la propia UE. Pero la vía griega a la ciudadanía europea puede sin duda dar más de sí, sobre todo en lo relativo al refuerzo de las instituciones de la UE que más directamente representan a los ciuda- danos, como el Parlamento Europeo. Dicho de otra manera, toda reforma institu- cional tendente a reforzar la cámara directamente elegida por los ciudadanos constituye un impulso a la dimensión política de la ciudadanía europea. En consecuencia, es preciso asentar el princi- pio del Spitzenkandidaten , ensayado por prime- ra vez en los comicios europeos de 2014, de modo que el Consejo Europeo nomine siempre como candidato a presidir la Comisión a aquel que cuente con la mayoría más amplia en el Parlamento Europeo tras cada elección. Asimismo, es imprescindible constituir una circunscripción electoral paneuropea para des- nacionalizar las elecciones europeas y generar
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