El Estado de la Unión Europea - El Parlamento Europeo ante unas elecciones trascendentales

LA EUROPA SOCIAL: PONER NOMBRE AL MITO, PRESERVAR EL MODELO Y TOMAR MEDIDAS CONCRETAS 91 y la profunda integración de los mercados finan- cieros impidieron limitar los daños a una zona o a un sector en particular. Muchas empresas que- braron, las economías entraron en recesión y el desempleo aumentó. Los Estados y los interlocutores sociales lo- graron frenar el deterioro poniendo en marcha exhaustivos planes de rescate. En Alemania, dentro del marco del diálogo social y en colabo- ración con el Estado, se logró estabilizar el mer- cado laboral. Se reavivó la esperanza de que la era de los mercados neoliberales estaba tocan- do a su fin. Diez años después, poco queda ya de este optimismo 11 . Al contrario: la crisis financiera ha minado la cohesión social y ha aumentado el escepticismo hacia las élites y la economía social de mercado. Muchos Estados vieron cómo dis- minuía la recaudación fiscal y aumentaba el cos- te del estado del bienestar. El gasto público en varios países de la zona euro aumentó hasta tal extremo que corrían peligro de quiebra. Como respuesta se lanzaron planes de rescate que exi- gían más recortes presupuestarios. Dichos re- cortes provocaron graves crisis sociales, sobre todo en el sur de Europa: mientras algunas eco- nomías fuertes pudieron volver a estabilizarse rápidamente y continuar creciendo, otras no han recuperado todavía los niveles previos a la crisis. La política de tipos de interés del BCE si- gue en “modo crisis”, favoreciendo las finanzas públicas en detrimento de los contribuyentes. Puede que todo esto solo sea la calma antes de la tormenta. Inmediatamente después de la crisis se abrió el debate sobre la aplicación de reformas de gran alcance, entre las que se incluían mayores 11  Schroeder, W.: Whatever it takes, 2018. Disponible en: https://www.ips-journal.eu/regions/global/article/show/ whatever-it-takes-3047/ requisitos de capital para los bancos, la limita- ción de las primas de los banqueros y una mayor transparencia. Los contribuyentes no deberían tener que pagar nunca más la ambiciosa teme- ridad del sector financiero. Sin embargo, al mis- mo tiempo se estancaban las iniciativas regula- doras: por ejemplo, en 2013 se acordó implantar un impuesto europeo sobre las operaciones fi- nancieras que habría incrementado el coste de las operaciones especialmente arriesgadas, dis- minuyendo así su atractivo, sin imponer dema- siada presión sobre la inversión productiva. Pero este proyecto de impuesto se ha ido diluyendo cada vez más. Otra idea que no se ha puesto en práctica es la separación entre la banca de inversión espe- culativa y las operaciones de las entidades co- merciales. Se podría haber dejado quebrar a los bancos de inversión en situación comprometida sin poner por ello en peligro los depósitos o in- terrumpir el flujo de liquidez. La UE lleva años hablando de una unión bancaria, pero no con el objetivo de estabilizar los mercados financieros ni de mejorar la gestión del riesgo. Al contrario, se ha convertido en un vehículo utilizado por los grandes bancos de la zona euro para hacer car- gar la responsabilidad a los países y sus contri- buyentes. Por lo tanto, no sirve como medida preventiva. En definitiva, las medidas resultaron no ser más que un parche. En la actualidad, los exper- tos afirman que desde 2008 ha disminuido la estabilidad financiera. La regulación del sector financiero, la participación de las multinaciona- les, una estructura moderna y respetuosa con el medio ambiente y la armonización de los tipos impositivos deben volver a formar parte de un proyecto europeo progresista. Además, habría que fomentar una mayor cooperación entre algunos en lugar de esperar a que ocurra entre todos. En el futuro inmediato,

RkJQdWJsaXNoZXIy MTAwMjkz