EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA. Europa en un periodo de transición

EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA 10 en una circunstancia en la que tan importante es coincidir, en fines y en medios, en una comunidad de cerca de 500 millones de personas. Un plan que pretenda basarse en tales principios ha de ser ambicioso y aspirar a adoptar decisiones políticas a nivel europeo de naturaleza transformadora. Nos referimos en este Informe a tres imprescindibles enfoques: el institucional, el social y el económico. La Unión tiene que fortalecer su capacidad de acción común en las políticas públicas atribuidas a Bruselas, incluida la política exterior y de defensa. La salida de Afganistán ha desencadenado inmediatamente la inquietud por una Europa que necesita una autonomía estratégica, de la que aún carece, a pesar de la potente formulación del documento Mogherini. 2022 será un año con acontecimientos de primera magnitud, con la Cumbre Europea de la Defensa anunciada por Von der Leyen y la reunión del 29 y 30 de junio en Madrid para la aprobación del nuevo concepto estratégico de la OTAN. La Conferencia sobre el Futuro de Europa, a la que dedicamos varios capítulos de este Informe, es una gran ocasión para plantearse la reforma institucional que va a requerir la Europa del siglo xxi para dar respuesta a los desafíos a los que anteriormente aludimos. La conferencia no debería defraudar las expectativas y los deseos de los ciudadanos europeos de mayor unidad entre ellos, compatible con la diversidad que caracteriza a nuestro continente. La conferencia es, así mismo, una oportunidad para afrontar uno de los asuntos que más dividen a los países miembros de la UE: la inexistencia de una política común de asilo y refugio, y la ausencia de una visión compartida de un problema que descarga sobre los países mediterráneos mucho más peso que sobre los del centro y los del norte del continente europeo. Esta es una de las grandes cuestiones sociales que la Unión no ha resuelto. A la Unión Europea sigue faltándole un pilar social, al que renunció desde su na- cimiento hace más de sesenta años. Pero el Welfare State, la joya de la corona, ya no puede mantenerse y ampliarse solo desde una perspectiva nacional. Lo venimos diciendo en todos los informes sobre el estado de la Unión Europea. Hay que crear un salario mínimo, unas pensiones, un subsidio de paro, europeos. Sin debilitar la protección social que se asegura a nivel nacional. Hay más en la Europa social. La covid-19 ha destapado muy visiblemente la ausencia de una política europea de la salud. La compra unitaria que la Comisión acertadamente hizo de las vacunas ha puesto de manifiesto la eficiencia de una auténtica Europa de la salud. Otra expresión de la relevancia del principio de solidaridad. Nadie puede negar que, después del hundimiento económico de 2008-2013 y del de 2020, es absolutamente necesaria la intervención de la Unión Europea en la re- cuperación, transformación y resiliencia de su economía. Esa es, como sabemos, la denominación de los gigantescos fondos (750 000 millones de euros) que la Unión ha aprobado para los próximos seis años, y que favorecerán especialmente a los países más afectados por la pandemia (Italia, España).

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