EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA. Europa en un periodo de transición

119 La futura arquitectura de seguridad europea José Enrique de Ayala En enero de 2021 se produjeron dos hechos que van a influir, en distinto grado, en el inicio de una nueva etapa en la Unión Europea (UE): la salida del Reino Unido (RU), que se completó el día 1 tras la aprobación en diciembre de 2020 del Acuerdo de Comercio y Cooperación entre ambas partes, y el acceso a la presidencia de Estados Unidos (EE. UU.) de Joe Biden, que tomó posesión el día 20, aunque tal vez para la UE lo más importante fuese la salida de la Casa Blanca de su predecesor, Do- nald Trump.Ambos acontecimientos van a tener también consecuencias en el futuro de la arquitectura de segu- ridad europea, que en su configuración actual ya venía mostrando ciertas disfuncionalidades y recibiendo críticas de diversos sectores políticos y sociales de la UE, y que deberá necesariamente evolucionar para adaptarse al nuevo escenario geopolítico. Las dudas sobre la solidez de un sistema defensivo que data de hace setenta años se han incrementado en los Estados europeos a raíz del caótico final de la presencia de la OTAN en Afganistán, que culminó el 30 de agosto. Las consecuencias del Brexit en la seguridad europea Los efectos del Brexit tardarán aún algún tiempo en mos- trarse en toda su dimensión, especialmente en algunos ámbitos, como el de seguridad y defensa, en los que no se han suscrito acuerdos específicos. No obstante, hay al- gunas consecuencias que se pueden ya valorar. La prime- ra es que ha dejado la UE un Estado con una capacidad militar muy importante, la mayor de todos sus miembros en muchos aspectos. El RU dispone de unas fuerzas ar- madas muy potentes y bien entrenadas, especialmente las navales, aunque sus nuevos (dos) portaaviones no son nucleares y necesitan al avión F-35B estadounidense para operar.Tiene también una importante capacidad de ataque con armas nucleares, basadas en submarinos, si bien en este caso también depende del suministro de los misiles Trident D5 de EE. UU. El RU es además una potencia en términos de ciberseguridad y de inteligencia, especialmente de señales, y tiene una potente industria de defensa. La pérdida para la UE sería importante en este campo si la UE tuviera una defensa común. Pero aún no la tiene. Y como el RU sigue perteneciendo a la OTAN, en realidad, la pérdida —por el momento— es solo teórica. La política común de seguridad y defensa (PCSD), que es el único intento de la UE —tímido por ahora— de tener una mínima autonomía en este campo, ha contado en sus limitadas actividades con la cooperación del RU, que ha participado en algunas operaciones de la PCSD y dispuso de uno de los cuarteles generales de nivel ope- racional ofrecidos a la UE por los Estados miembros. El cuartel general de Northwood dirigió la operación Ata- lanta —una operación militar naval ejecutiva de lucha contra la piratería en el océano Índico occidental— du- rante más de diez años, hasta marzo de 2019, cuando

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