EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA. Europa en un periodo de transición
EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA 18 de propuestas de revisión de los tratados (Von der Leyen, 2019: 21). La conferencia, en sí misma, es una iniciativa para incorporar a la fijación de la orientación política de la UE a otros colectivos políticos, diferentes del Consejo Europeo, única institución que tiene asignada esta función según los tratados (art. 15.1 del TUE). Es un ejercicio de- mocratizador en el doble sentido que proponía Dahl: pri- mero, para permitir a la ciudadanía conocer y comprender la UE, y, segundo, para incorporar un mayor componente ciudadano en la definición de la política, lo que resulta muy necesario en el actual estado de la integración. A pesar de la gestión casi perfecta del Brexit por la Comisión, no podemos olvidar las enseñanzas que pode- mos extraer de esta traumática experiencia de desintegra- ción (Guinea, 2021a: 13-14). Dos atañen directamente a la calidad democrática del modelo de gobernanza eu- ropeo. El Brexit nos ha puesto ante los ojos la fragili- dad de una institución política que no es conocida por sus ciudadanos, que tiene problemas de socialización, y que, por tanto, es vulnerable a cualquier desinformación o manipulación política. La otra debilidad clave relativa al modelo democrático es la lejanía que los ciudadanos perciben hacia un sistema político conformado por éli- tes democráticas en el que encuentran dificultades para participar (Guinea, 2021a: 14). El Brexit nos ha hecho visualizar que la UE se enfrenta a una crisis de legitimidad y, en última instancia, de democracia (Barnard, 2021: 44). De ahí que la convocatoria de la conferencia tenga todo el sentido para intentar revertir este doble problema: es una oportunidad para generar noticias y debate sobre la UE y que el ciudadano la conozca, y es una iniciativa que pretende asociar al mayor número de ciudadanos posible a la definición del futuro de la UE. La conferencia, retrasada por la pandemia y por des- acuerdos entre las instituciones, finalmente solo tendrá un año de duración, dado que debe presentar sus resul- tados para la primavera de 2022 (Parlamento Europeo, Consejo y Comisión Europea, 2021). Tiene una naturale- za mixta: es, a la vez, un órgano ad hoc y un ejercicio de debate descentralizado. Está dirigida por una presidencia conjunta, asegurada por los presidentes de las tres ins- tituciones, y por un comité ejecutivo, donde se sientan representantes de los Estados y de las instituciones. En el pleno de la conferencia, que es muy numeroso y será quien redacte las conclusiones, se sientan representan- tes de las instituciones, de los Estados miembros, de la sociedad civil europea y de los paneles de ciudadanos. Y se llevará a su seno el resultado de los debates de los cuatro paneles de ciudadanos, que se desarrollarán en paralelo. La parte descentralizada está en que se preten- den promover en los Estados miembros, regiones o con el apoyo de la sociedad civil numerosos actos y eventos para abordar con la ciudadanía los desafíos del futuro de Europa. Se ha creado una plataforma multilingüe para canalizar las propuestas ciudadanas al órgano, difun- dir los eventos que se celebren, así como para crear un espacio de debate transnacional entre los interesados. Parece, por tanto, a primera vista, que el doble re- querimiento de acercar Europa al ciudadano y dar a co- nocer su naturaleza y funcionamiento, e incorporar sus demandas al sistema político europeo, se podría lograr. Los dos primeros meses de experiencia no nos permi- ten ser tan optimistas, a juicio de muchos analistas. La conferencia está pasando absolutamente desapercibida en los Estados miembros: ni la prensa ni los medios le dan cobertura, ni las instituciones nacionales están ge- nerando ningún tipo de debate nacional sobre sus temas. La sensación que da es que había que cumplir con un expediente y que se está haciendo a regañadientes. La conferencia, analizada en sus fundamentos y fi- nalidad, pretende introducir elementos de democracia deliberativa, junto con la representativa, en la fijación del rumbo futuro de la UE. Siguiendo a Dahl, serviría para incorporar a la ciudadanía al proceso de definición de las prioridades estratégicas de la UE, hoy exclusivamente en manos del Consejo Europeo. No es la primera vez que se hace: la Convención de 2002 también fue precedida de un debate ciudadano en los Estados miembros, aunque pasó mayormente desapercibido (Guinea, 2020a: 143). Hay que destacar el hecho de que sus patrocinadores, las instituciones europeas, tienen muy diferentes percep- ciones de la misma. Aunque se identifica una serie de
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