EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA. Europa en un periodo de transición

EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA 20 tena de excepciones más los casos en los que la decisión se encomienda solo a los representantes de los Estados miembros, lo que margina al Parlamento (Kostanidis, 2020: 56-61). Esto se produce en ámbitos que hoy día son centrales, como la “gobernanza económica”, crea- da durante la crisis del euro, la política económica de recuperación, puesta en marcha por el programa Next- GenerationEU, o en los recursos propios. En todos estos casos, el Parlamento ni aprueba la política ni puede pedir rendición de cuentas (Guinea, 2021b: 101-102). Es ne- cesario reformar el Tratado para incluir la representación de la ciudadanía en todas las bases tanto en las que ya existen como en los casos nuevos de la gobernanza económica y de la política económica de recuperación. Somos conscientes de que, en el caso de las políticas intergubernamentales, como la política exterior y de seguridad común, esto será especialmente difícil por el deseo de los Estados miembros de mantener el control de cuestiones sensibles para ellos. Propuestas para acercar las elecciones al ciudadano y hacer que su voto repercuta en la dirección de la política Como nos recuerda Dahl, es característica ineludible de la democracia que una mayoría de ciudadanos, a través de su voto, pueda decidir quién gobierna y el sentido de las decisiones políticas de sus gobernantes.Y para que la ciudadanía pueda decidir ha de tener el suficiente conoci- miento del sistema político y de las opciones políticas en liza. Lo que nos lleva a ligar aquí una doble dimensión: la capacidad de los ciudadanos de decidir Gobierno y agenda, y la necesidad de una socialización creciente del sistema político europeo. A pesar de que ha subido considerablemente la parti- cipación en las elecciones de 2019, persiste, sin embargo, un importante problema de abstención, cuyas causas son múltiples, pero especialmente se encuentra en la lejanía percibida por los ciudadanos de la propia institución par- lamentaria europea (Clark, 2014). Se trata de un sistema que no conocen y les cuesta percibir el efecto de su voto, por lo que son consideradas elecciones de segundo orden (Reiff y Schmitt, 1980). Tampoco ayuda a ello el carácter exclusivamente nacional de las mismas y el hecho de que los partidos políticos nacionales no las consideren una prioridad en sus estrategias políticas. La conferencia puede, sin embargo, plantear una serie de medidas de diferente alcance que pueden ayudar a alcanzar ese do- ble objetivo: hacer que el voto de los ciudadanos cuente y acercar la política europea a la ciudadanía. Desde que en 1979 el Parlamento Europeo es elegido por primera vez por sufragio universal directo, los poderes de este no han hecho más que crecer en colegislación, presupuestos y control político. Pero, por los datos de abstención —un 49,34 % en 2019—, parece que los ciudadanos no son conscientes de ello. En paralelo, la repercusión del voto ciudadano en el Gobierno europeo también ha cambiado muy sustancialmente: desde una Comisión elegida solo por los representantes de los Go- biernos hasta otra que no puede nombrarse sin la apro- bación del Parlamento (Gil-Robles, 2015). Esto permitió que en 2014 los grupos políticos europeos se organizaran en una maniobra, conocida como los Spitzenkandidaten, para nombrar cabezas de lista y comprometer al Consejo Europeo a elegir como presidente de la Comisión al can- didato del partido ganador de las elecciones europeas. Así salió Jean-Claude Juncker, un presidente político con una fuerte legitimación que logró una Comisión con una agenda política potente y más independiente que sus an- tecesoras (Dinan, 2016). Esta pérdida de control explica que en 2019 el Consejo Europeo se negara a nombrar a ManfredWeber, el candidato del Partido Popular Europeo (PPE), y propusiera a Ursula von der Leyen en su lugar. Esto se vio como un retroceso en la democracia europea, pero fue más bien una lucha del Consejo Europeo por reafirmar su poder sobre el Parlamento y su control sobre la política europea (Guinea, 2020b: 175-178). La experiencia informal de los Spitzenkandidaten ha resultado positiva tanto porque permite que los ciudada- nos puedan identificar su voto con una cara, un programa y una dirección política como porque refuerza política-

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