EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA. Europa en un periodo de transición
EL ESFUERZO FISCAL CONTRA EL CORONAVIRUS: EUROPA Y ESTADOS UNIDOS 71 Conclusiones El análisis demuestra que tanto las medidas de gasto con impacto directo de Estados Unidos (alrededor del 25 % del PIB) como de la Unión Europea en su con- junto (aproximadamente, un 15 % del PIB) han sido de un volumen sin precedentes. Sin embargo, es evidente que el esfuerzo fiscal de Estados Unidos ha sido consi- derablemente superior y, en parte, el motivo se debe a la diferente composición del gasto, de tipo federal en su caso, mientras que en el caso europeo han sido los Estados miembros quienes han aportado el grueso del esfuerzo fiscal (alrededor del 11 % del PIB). Este hecho apunta a que el factor diferencial no radica tanto en la política económica, sino que más bien se debe a la dimensión histórico-institucional (Ruiz Devesa, 2021), ya que el desarrollo federal europeo es inferior al alcanzado en Estados Unidos, y, por tanto, constriñe la capacidad de acción de la Unión. La Unión Europea nace hace 70 años y, por tanto, en el proceso de desarrollo institucional, Estados Unidos cuenta con más de un siglo y medio de ventaja. Desde su Constitución de 1787, Estados Unidos ha experimentado un proceso constante de refuerzo del nivel federal me- diante, entre otros, la consolidación de las deudas esta- tales de 1790, el establecimiento de un impuesto federal sobre la renta y de un banco central en 1913, seguidos por los grandes programas federales de gasto, el New Deal de Roosevelt, de las décadas de 1930 y 1940, y la Gran Sociedad de Johnson, de la década de 1960. El po- der del Gobierno central se reforzó adicionalmente tras la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría. En cambio, en su proceso de integración, la UE se ha visto lastrada por la prevalencia de la ideología ordoliberal alemana que ha dejado su impronta en la “constitución económica” eu- ropea. Así, el nacimiento del euro tuvo que compensarse con el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que establece límites estrictos de déficit y de deuda públicos, además de la prohibición de que el BCE financie a los Estados o a la propia Unión, condiciones que no existen en la Constitución americana. Estas limitaciones tienen efectos en las opciones políticas que se han privilegiado para luchar contra la covid-19 en Europa. Por ejemplo, en Estados Unidos, la puesta en marcha de programas de transferencias di- rectas a los ciudadanos no afronta grandes obstáculos debido al hecho de que su banco central es emisor de la moneda mundial de referencia, y, por tanto, resulta menos complejo que para algunos países de la zona euro, cuyas primas de riesgo de deuda podrían verse afectadas. Este no sería el caso del BCE, que podría legalmente introducir un programa de financiación directa a los ho- gares a fin de estimular la demanda agregada en esta coyuntura crítica. Sin embargo, la falsa creencia en que esto podría ser equivalente a la financiación monetaria de los déficits públicos y una política monetaria históri- camente rehén del fantasma de la hiperinflación limitan la introducción de medidas de este tipo en Europa. El miedo a la hiperinflación conlleva también el ries- go de una retirada prematura de los estímulos o una política monetaria restrictiva que podrían comprometer la incipiente recuperación. La retirada de apoyos debiera evitarse cuando las nuevas variantes de la covid-19 intro- ducen incertidumbre sobre la evolución de la economía. Al contrario, en el momento actual, es importante man- tener abiertas todas las opciones de política monetaria y económica, incluido un segundo Plan de Recuperación europeo si este se demostrase necesario. Incluso con las limitaciones derivadas del todavía in- acabado proyecto federal europeo, es necesario recalcar la importancia que la Unión Europea ha tenido en la presente crisis, no tan solo por el volumen de apoyo fiscal puesto a disposición de los Estados miembros (sobre el 3,8 % del PIB en medidas de gasto directo y alrededor del 6,8 % en medidas para facilitar la liquidez), sino por su papel en garantizar el equilibrio en la recuperación, principalmente al asegurar que el Plan de Recuperación europeo beneficie a los países que más han sufrido los efectos de la crisis y con capacidad de reacción fiscal limitada. También es imprescindible resaltar el mecanis- mo escogido para encauzar el esfuerzo fiscal federal: la emisión de deuda europea, que se amortizará mediante
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