EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA. Europa en un periodo de transición

EL DESIGUAL IMPACTO DE LA PANDEMIA: ¿PERSPECTIVAS PARA UNA RECUPERACIÓN DE LA UE CONVERGENTE Y RESILIENTE? 89 Recuperación y Resiliencia sobre las distintas economías de la Unión. En paralelo, la pandemia ha provocado un aumento asimétrico de las tasas de desempleo entre los países de la UE, tanto por la desigual estructura productiva y por la distinta capacidad o eficacia de las medidas de política económica como, por supuesto, por la existencia de muy diferentes vulnerabilidades previas en los mer- cados de trabajo. Aquellas economías con una mayor especialización en actividades relacionadas con el ocio, el turismo, la hostelería, los viajes o los servicios perso- nales, caracterizadas a su vez, en términos generales, por unos mercados de trabajo con una mayor presencia de trabajadores temporales, jóvenes, ocupados de baja cualificación o con menores destrezas digitales, han su- frido un mayor impacto. Junto con las diferencias en la estructura productiva de los Estados miembros, la pandemia también ha im- pactado de manera distinta sobre la salud de los ciuda- danos o sobre los sistemas sanitarios y de salud de los diferentes socios comunitarios. Los Gobiernos han mos- trado dispares grados de eficiencia a la hora de manejar la crisis, ya sea por la situación previa de las finanzas públicas o por los sistemas de protección social y del empleo existentes antes de la pandemia. No obstante, las tasas de desempleo no llegaron a alcanzar las registradas durante la crisis financiera, su- brayando el éxito de los esquemas temporales de empleo y las ayudas a la liquidez empresarial puestas en marcha (o reforzadas) en la práctica totalidad de los Estados miembros para evitar que el parón de la actividad rom- piera el vínculo entre trabajadores y empresas, o bien se llevara por delante negocios solventes. Según las estima- ciones de los servicios de la Comisión Europea, el mayor impacto sobre la tasa de paro se dejará sentir en 2021, a medida que se vayan retirando las ayudas. La tasa de desempleo para el conjunto de la UE se situará en 7,6 % y en la zona euro en 8,4 %, en ambos casos 9 décimas por encima del nivel prepandemia. Aunque el impacto sobre el mercado de trabajo, me- dido por la tasa de paro, haya podido mitigarse en parte, la crisis ha sacado a la luz las amplias brechas laborales y sociales existentes tanto entre los Estados miembros como dentro de sus territorios. Sobre todo, en cuanto a la menor participación de las mujeres en los mercados de trabajo, la especial incidencia del desempleo sobre los jóvenes, la precariedad asociada a la excesiva tem- poralidad en algunos segmentos laborales, la desigual protección de los emprendedores individuales o la vul- nerabilidad resultante de una baja cualificación o pobre digitalización. La salida de la crisis deberá acompañarse de me- didas que mejoren las perspectivas laborales de los colectivos más vulnerables y eviten la cronificación de situaciones de desempleo sobrevenidas. Además, las consecuencias a largo plazo de la crisis sobre el mercado de trabajo son aún inciertas, puesto que le afectan cambios estructurales relacionados con el en- vejecimiento de la población o con la rápida digitaliza- ción de las economías —algunos de estos últimos se han acelerado durante la pandemia, como la creciente presencia del teletrabajo o la proliferación de nuevos marcos de relaciones laborales—, todo ello con con- secuencias imprevisibles sobre la cohesión social y los sistemas de protección social (CES, 2021). En definitiva, la crisis originada por la pandemia su- pone un riesgo nada desdeñable de profundización de las divergencias sociales dentro de la UE. Es probable que frene los avances logrados en la convergencia real entre los Estados miembros, y no solo en términos del PIB per cápita, sino también en los difíciles logros en la conver- gencia social, puesto que se constata que están some- tidos al ciclo económico, con avances en las épocas de bonanza y retrocesos en las fases de recesión (Eurofound, 2019). Las crisis provocan divergencia a la baja, es decir, un empeoramiento de los indicadores y un aumento de las disparidades entre los Estados miembros en las tasas de empleo, paro y desempleo de larga duración, pero también en la tasa de NEET (personas que ni estudian, ni trabajan, ni reciben formación), de la proporción de personas en riesgo de pobreza y exclusión social o de las necesidades médicas no cubiertas.

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