EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA. Ante una nueva legislatura europea

¿Cómo construir una estrategia industrial europea común en la era de la neutralidad climática? 107 de algunos Estados miembros están estudiando aplazar la fecha de la eliminación definitiva de este combustible. Pero esta cuestión no es solo de índole política: el au- mento del precio del CO 2 y las ventajas competitivas de las energías renovables harán desistir a sus defensores de aplazar el máximo posible su eliminación gradual. Sin embargo, las inversiones en energías fósiles en el resto del planeta constituyen motivos de preocupación, y, también aquí, el papel de Europa deja que desear. En un esfuerzo por encontrar un sustituto rápido al suministro ruso, se han firmado acuerdos de petróleo y gas con otros países, e incluso se han adquirido compromisos de inversión para el desarrollo de nuevos centros de pro- ducción, en África o América Latina, por ejemplo. Las empresas de combustibles fósiles están experimentando una repentina e imprevista bonanza. ¿ Quo vadis, industria europea? El fantasma de la desindustrialización recorre Europa. Los sindicatos y órganos sectoriales temen que se pierda competitividad y empleo en la producción nacional; pero, mirando al pasado, 2023 puede haber sido un momento de auge para la política industrial europea. La política estructural e industrial en Europa está experimentando ahora un renacimiento. Se temen posibles deslocalizacio- nes de empresas existentes y sectores enteros y, lo que es aún más importante, no conseguir un trozo del hermoso pastel verde de las industrias de tecnologías limpias. La convulsión ya ha comenzado con la invasión rusa de Ucrania y la consiguiente crisis energética y de pre- cios. El ritmo sigue acelerándose sin tregua, a juzgar por la competencia. Así lo marcan los mastodontes de la economía mundial: China ha anunciado inversiones en tecnologías limpias por valor de más de 280 000 millo- nes de dólares, Estados Unidos está movilizando más de 360 000 millones de dólares para proyectos similares a través de la Ley de Reducción de la Inflación ( Inflation Reduction Act o IRA) y, dado que contempla sobre todo créditos fiscales, la cantidad real podría ser aún mayor. Japón, India, Reino Unido, Canadá y Corea del Sur tam- bién han anunciado programas similares. Por eso se aguardaba con impaciencia la respuesta europea. El Plan Industrial del Pacto Verde d e la Comisión Europea, presentado en la primavera de 2023, contiene propuestas de ayudas estatales, aceleración de las apro- baciones, acuerdos comerciales y fomento de las capaci- dades y destrezas necesarias para la transición. Muchos de estos instrumentos no son nuevos, queda aún sin resol- ver la sempiterna polémica de la financiación y, sin duda, hay que atender más a algunos aspectos relevantes: pero, en términos generales, la dirección es correcta. El mensaje llega con retraso y se ajusta a los tiempos: la política industrial y estructural están resurgiendo en Europa. Las crisis –financiera, del euro y del COVID-19– ya han cambiado la percepción del papel del Estado. El mercado no lo resuelve todo, y menos en tiempos de crisis. Pero lo que importa es la interacción entre Estado y sector privado. Nos jugamos mucho: tanto el empleo como la propia soberanía de Europa. La solución no puede pasar –obviamente– por limi- tarse a un copiar y pegar de la ley IRA estadounidense: Europa ha de encontrar sus propias respuestas. Es nece- sario apoyar la introducción de nuevas tecnologías, la I+D y el aumento de la producción. A diferencia del pasado, hay que tener en cuenta toda la cadena de suministro. Está claro que la cadena debe volver a Europa y a sus alrededores, para reducir la dependencia de proveedores difíciles. Por otro lado, Europa sigue bien posicionada para la innovación radical, pero hacen falta normas más cla- ras y armonizadas, basadas en objetivos comunes, y más alianzas industriales transfronterizas. Desde el Fondo de Innovación de la UE hasta la Alianza de las Baterías de la UE, existen modelos de éxito en que basarse. Pueden aprenderse algunas cosas de la ley IRA. A la patronal le gusta señalar que en EE. UU. todo va más rápido y que se presta más atención a las oportunidades que a los problemas, mientras que la UE se pierde en los detalles, y, actuando así, pierde a su vez un tiempo precioso. Pongamos como ejemplo el caso del hidrógeno: Europa sigue enfrascada en debates doctrinales, cuan-

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