EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA. Ante una nueva legislatura europea

¿Cómo construir una estrategia industrial europea común en la era de la neutralidad climática? 109 situación actual dificulta a sindicatos y empresas la pre- visión de las necesidades futuras y la necesaria reconver- sión profesional. Esto recrudece las demandas de ambos interlocutores con respecto a un marco jurídico estable. Bolsillos llenos Los intensos debates sobre la financiación del plan in- dustrial ecológico continúan. De momento, los fondos europeos para la política industrial proceden fundamen- talmente de los Estados miembros. Por esta razón, la Comisión quiere suavizar temporalmente las normas so- bre ayudas estatales, que normalmente limitan las sub- venciones nacionales: las ayudas públicas incluirán más tecnologías, serán más elevadas y se concederán durante más tiempo. En un principio, la Comisión también intentó recurrir a soluciones a escala europea, pero los Estados miembros no se mostraron muy receptivos. Se suponía que el Fondo para la Soberanía Europea sería la principal fuente de financiación de la estrategia industrial, pero esto ha quedado descartado por el mo- mento. La reestructuración de la economía europea ha- cia la neutralidad climática sigue siendo necesaria, pero no habrá nuevos fondos “europeos” para apoyarla: los Estados miembros no están dispuestos. Solo se recau- darán 10 000 millones de euros más. Aparte de esto, los programas y fondos existentes se agruparán y se harán más accesibles bajo la denominación STEP (Plataforma de Tecnologías Estratégicas para Europa). La plataforma STEP incluye no solo las tecnologías limpias, sino también la Deep Tech y biotecnología. Con todo, la Comisión no renuncia a alcanzar los 160 000 millones reasignando fondos de otras fuentes, principalmente de los Fondos Estructurales. Cabe preguntarse si todo esto bastará para competir con Estados Unidos y Asia y garantizar la soberanía euro- pea, tal y como se había previsto. Ya han surgido dudas. En primer lugar, el STEP parece ahora muy modesto en comparación con el alcance y la profundidad inicialmente anunciados. En segundo lugar, se advierte de un peligro para el mercado interior si la transformación climática- mente neutra se deja sobre todo en manos de los Estados miembros. Las capacidades de los países de la UE para conceder ayudas estatales son muy diferentes (Alemania y Francia tienen capacidades significativamente mayo- res que los países más pequeños), lo que ejerce presión sobre el mercado interior. En cualquier caso, sigue sien- do necesaria una cooperación más estrecha para esta hercúlea tarea: sin ella se corre el riesgo de malgastar recursos escasos creando estructuras paralelas. Así pues, es importante favorecer las sinergias y las economías de escala en las nuevas cadenas de suministro para las tecnologías verdes. Incluso con este Plan Industrial Green Deal , la UE está aún muy lejos del intervencionismo estatal y la co- munitarización de la deuda que los críticos han pintado en la pared. No funcionará sin financiación inicial, sin cobertura de riesgos. No hay riesgo de que las empresas e industrias pierdan competitividad a consecuencia de las inyecciones financieras permanentes del sector público, pero, sin financiación inicial, la competitividad puede darse por perdida a toda velocidad. La energía, clave de la soberanía En el ámbito de política energética, el corte general del suministro energético desde Rusia a raíz del ataque ruso a Ucrania desencadenó una gran convulsión a nivel europeo. Desde entonces, la UE se sume en un dilema geopolítico: por un lado, quiere mantener su modelo de mercados energéticos en gran medida abiertos; por otro, se mueve en un entorno en el que muchos socios condicionan cada vez más sus políticas energéticas a otros objetivos. También sigue pendiente el reto de ha- cer compatibles los objetivos en materia climática a largo plazo y la seguridad del suministro a corto plazo. Por último, en el futuro, debe reequilibrarse la relación entre seguridad energética y política industrial. Todo ello exige que la UE aplique una política energética exterior coordinada.

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