EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA. Ante una nueva legislatura europea
EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA 14 aparecen nuevas amenazas, como el terrorismo inter- nacional; la liberalización del comercio internacional se atasca; la pobreza y el subdesarrollo persisten; y las Na- ciones Unidas –una organización imprescindible– siguen necesitando una renovación. Sin embargo, paso a paso, esa época de complicidad internacional empieza a ser sustituida por otra caracteri- zada de nuevo por el enfrentamiento. Como tantas veces en la historia, es imposible fijar un momento preciso de inicio de la nueva fase o identificar un único factor des- encadenante. Es lo que hoy denominamos “nueva geopolítica”. Se ha pasado de la calma tensa a la confrontación más o menos abierta entre potencias internacionales, que buscan imponer su propia dirección global o regional. El punto más caliente de fricción es la guerra de Ucrania, provocada por la invasión del país por parte de la Federación Rusa violando abiertamente el Derecho In- ternacional. Pero hay muchos más, como el que enfrenta a los Estados Unidos con China. Además, se ha agudizado con extraordinaria gra- vedad el conflicto del Próximo Oriente, con un terrible balance de víctimas civiles y la generación de un enorme potencial de inestabilidad regional y global. Más allá de conflictos concretos, actualmente se está jugando la futura correlación de fuerzas en el plano in- ternacional, tanto en lo político como en lo económico, con un grado de tensión de tal magnitud que incluso ha retornado la amenaza de recurrir a las armas nucleares. El mundo vive hoy sumido en la incertidumbre, tras haber pasado por la terrible pandemia del COVID y la consiguiente crisis económica. Se confrontan democracia y autoritarismo, respeto o violación del Derecho Internacional, voluntad o no de vivir en un mundo basado en reglas. Pero también la hegemonía política, la preeminencia económica o la do- minación territorial. Estados Unidos tiene clara su hoja de ruta duran- te la presidencia de Joe Biden. Su política exterior ha vuelto a ser nítida en el objetivo de que el país recupere plenamente un papel de liderazgo global. La decidida respuesta a la invasión rusa de Ucrania y su creciente confrontación con China no dejan lugar a dudas. Enfrente, la Federación Rusa, incapaz de mantener el pulso aWashington, agarrada a su condición de potencia atómica –ya que no lo es en ningún otro sentido– como último asidero y con una previsible inestabilidad política por delante tras su catastrófica intervención militar en Ucrania. China, por su parte, continúa empeñada en conti- nuar su crecimiento económico –para lo que necesita tranquilidad política internacional y continuidad en la globalización–, base esencial de su aspiración a ser una potencia basada en el poder blando y también en el duro. El Sur Global (con Brasil, India, Indonesia, México o Sudáfrica a la cabeza) es refractario a una dinámica de confrontación internacional en la que considera que sus problemas no encontrarán solución, sino al contrario, y en la que su voz -que no se quiere oír en tantos otros temas- no desea decantarse a favor de una u otra po- tencia en liza. En la nueva geopolítica, la Unión Europea debe afir- marse y actuar como un poder global relevante capaz de definir sus intereses, y las políticas y los aliados para alcanzarlos, sobre la base de su propia identidad en po- lítica exterior, que está nítidamente recogida negro sobre blanco en su Tratado. La Unión no es ni nunca ha querido ser una po- tencia clásica, basada en el poderío militar, pero sí un poder global relevante, especialmente civil –lo que no excluye contar con medios militares como herramienta necesaria–, basando su autoridad en ser un referente de libertad, democracia, derechos humanos, prosperidad, igualdad y solidaridad, defender el Derecho Internacio- nal, contribuir a la solución pacífica y negociada de los conflictos, prevenirlos y construir y mantener la paz, pro- mover el comercio internacional, luchar contra el cambio climático, fomentar el desarrollo sostenible, encabezar la cooperación y la lucha contra la pobreza. Por eso, es preciso ser capaces de fundamentar y argumentar la actuación de la UE en la escena global –desde la guerra de Ucrania al conflicto en el Próximo
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