EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA. Ante una nueva legislatura europea

Perspectiva de las futuras ampliaciones de la Unión 29 vió que no se daban las condiciones para proseguir las negociaciones, dado el creciente déficit democrático del candidato, y desde entonces siguen suspendidas sin fe- cha prevista de reanudación. Los problemas a los que se ha enfrentado y se en- frenta la candidatura de Turquía son muchos y de dife- rente naturaleza. Tal vez el más persistente ha sido su situación política interna, que no le permite cumplir con los criterios de Copenhague en sus aspectos políticos. La tutela militar sobre el Gobierno, más o menos en la sombra, fue durante muchos años una circunstancia in- aceptable para la UE, aunque desde 2010 las Fuerzas Armadas están sometidas completamente al poder civil, al menos en teoría. A esto se han unido periodos de inestabilidad política, condenas del Tribunal Europeo de Derechos Humanos por la represión de los separatistas kurdos y frecuentes crisis económicas. Todo ello ha di- ficultado enormemente el camino de Turquía hacia la plena integración en la Unión. Con todo, el obstáculo más importante para la adhesión turca se llama Chipre. En los años 60, poco después de su independencia, se produjeron enfrenta- mientos crecientes entre la mayoría greco-chipriota y la minoría turco-chipriota. En julio de 1974 hubo un golpe de Estado greco-chipriota, cuyos autores anunciaron su intención de unir el país a Grecia. Cinco días después, el ejército turco invadió el norte de la isla y todavía sigue allí. En noviembre de 1983 se proclamó la República Turca del Norte de Chipre, reconocida únicamente por Turquía, y desde entonces la isla está dividida en dos entidades y ocupada en su parte norte por el ejército turco. Ha habido numerosos intentos de acuerdo para conseguir la reunificación de Chipre en un solo estado, pero hasta ahora no han tenido éxito, y las autoridades greco- chipriotas que son las que ostentan la única representación internacional de la República, culpan de ello a Turquía. Comoquiera que Chipre se adhirió a la UE en la ampliación de 2004 y, como dijimos en la introducción, la entrada de cualquier nuevo Estado requiere la aprobación de todos los Estados miembros de la Unión, parece evidente que, en tanto no se arregle este problema, el ingreso de Turquía es prácticamente imposible. Por otra parte, desde la llegada –en 2014– a la pre- sidencia de Recep Tayyip Erdogan, que durante su etapa anterior como primer ministro había intentado un acer- camiento a la UE, y sobre todo desde el intento de golpe de 2016, Turquía ha emprendido una política exterior más proactiva e independiente incluso de la OTAN, a la que pertenece desde 1952, tanto en Siria como en Libia, incluso con intentos de apropiación de recursos en aguas del Mediterráneo oriental que no están bajo su jurisdicción. En la guerra de Ucrania, Erdogan ha intenta- do sin éxito mediar entre ambas partes y promover una negociación, pero no ha aplicado las sanciones contra Rusia acordadas tanto por sus aliados de la OTAN como por la UE, y se sabe que Moscú está eludiendo algunas de ellas precisamente a través de Turquía. Parece que, ante el rechazo de Europa, ha elegido otro camino que cree mejor para la defensa de sus intereses, pero le aleja irremediablemente de la adhesión a la UE, hasta el punto de que, después de la reelección de Erdogan en mayo, Manfred Weber, líder del Partido Popular Europeo en el Parlamento Europeo declaró que es necesario acabar con las negociaciones para la integración de Turquía. Turquía tiene 86 millones de habitantes, si entrara en la Unión sería el Estado miembro con mayor población y, en consecuencia, tendría un peso muy significativo en las votaciones por mayoría cualificada en las que ese parámetro cuenta, al mismo nivel que Alemania. Por otra parte, apenas un 3% del territorio turco se ubica en el continente europeo, aunque en él vive un 14% de la población. Turquía tiene una proyección creciente hacia Oriente Medio y Asia Central que la aleja de Europa. Y precisamente por eso, si finalmente su candidatura no culmina, como parece probable, será necesario que la UE busque una fórmula de asociación reforzada que fuera conveniente para ambas partes, como propuso en su día el expresidente francés Nicolas Sarkozy, que podría tal vez desarrollarse en el marco de la reciente iniciativa de la Comunidad Política Europea, de la que hablaremos más adelante.

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