EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA. Ante una nueva legislatura europea

Perspectiva de las futuras ampliaciones de la Unión 31 también la apertura de negociaciones en junio de 2012. Desde la primera conferencia para la adhesión, que tuvo lugar ese mismo mes, se han celebrado catorce reunio- nes de la conferencia. Hasta la fecha, ya se han iniciado negociaciones sobre treinta y tres capítulos, de los cuales tres ya se han cerrado provisionalmente. Es, por tanto, el país más adelantado y con mejores perspectivas de inte- gración. No presenta tampoco problemas graves, aunque también tiene que completar algunas reformas políticas y administrativas. Serbia Serbia solicitó su ingreso en la Unión en diciembre de 2009. En marzo de 2012 fue designado candidato por el Consejo Europeo, que aprobó también, en junio de 2013, la apertura de negociaciones para la integración. Las ne- gociaciones se iniciaron en enero de 2014, en la primera reunión de la conferencia de adhesión a nivel ministerial. Desde entonces, se han celebrado trece reuniones, en las que se han abierto 22 capítulos, de los que dos ya se han cerrado provisionalmente. No obstante, Serbia es –junto con Bosnia Herzego- vina– el país balcánico cuya integración en la UE parece más difícil, a día de hoy. En primer lugar, por la orientación política de su población, en buena parte antioccidental porque no ha olvidado la secesión unilateral de Kosovo, apoyada por las potencias occidentales, ni el bombardeo de Belgrado por la OTAN en 1999. El resentimiento no ha desaparecido aún, y es en buena parte la causa –además de fuertes vínculos históricos y económicos– del apoyo mayoritario a Rusia en su invasión de Ucrania, que la aleja aún más del proyecto europeo. Rusia fue la única potencia que apoyó la integridad territorial de Serbia y vetó en el Consejo de Seguridad el reconocimiento de la independencia de Kosovo, que muchos serbios conside- raban las raíces de su patria. El 63% de los serbios cree que Occidente es respon- sable del estallido de la guerra entre Rusia y Ucrania, y tres cuartas partes cree que los dirigentes rusos se vieron obligados a entrar en guerra por la política expansiva de la OTAN, según una encuesta del Open Society Founda- tion. La consecuencia es que un 80% de la población está en contra de aplicar sanciones contra Rusia por la guerra, un 82% está en contra de que Serbia se una a la Alianza Atlántica y más de un 50% se muestra contrario a la integración en la Unión Europea. Cuando se abran los capítulos más políticos estas percepciones saldrán a la luz y finalmente serán los Estados miembros los que tendrán que decidir si se acepta a un país que se ha negado a sancionar a Rusia, aunque ha condenado la violación de la integridad territorial de Ucrania. Con todo, los principales obstáculos para la adhesión de Serbia son los problemas que tiene con sus vecinos, Bosnia-Herzegovina (BiH) y Kosovo, en los que viven minorías serbias, así como el reconocimiento de la inde- pendencia de este último y la normalización de relaciones entre ambos. Los serbios de BiH son algo más del 30% de la población y constituyen la República Srpska (RSK), una de las dos entidades que conforman ese Estado. La otra entidad –serbobosnia– ha acusado a la RSK de deslealtad institucional y de apartarse cada vez más del estado común para acercarse a Serbia. Aunque Belgrado ha reiterado que respeta la soberanía y la unidad de BiH, lo cierto es que, en septiembre de 2006, la RSK firmó con Serbia un acuerdo de “vínculos especiales” para promover la cooperación institucional y económica entre ambos, y muchos dirigentes políticos, entre ellos el actual presidente de la República, Milorad Dodik, han expresado su deseo de proclamar la independencia y unirse a Serbia. Si esto llegara a suceder, provocaría un terremoto político, que paralizaría la entrada de Serbia en la Unión. En Kosovo, la minoría serbia –un 6% de su pobla- ción– se agrupa principalmente en la región llamada Kosovo del Norte, separada del resto por el río Ibar que divide la ciudad de Mitrovica. No reconocen la indepen- dencia de Kosovo, ni su constitución, ni sus instituciones y promueven frecuentes enfrentamientos con las autorida- des kosovares, la última de las cuales –en mayo– provocó también duros enfrentamientos con la KFOR, una fuerza

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