EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA. Ante una nueva legislatura europea

EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA 34 pasos se supedita al cumplimiento de las medidas que recomienda el dictamen de la Comisión, que son similares a las de Ucrania, aunque aquí se pide también la reforma de la Administración, mejorar el control de las finanzas públicas y reforzar el respeto de los derechos humanos. El Consejo Europeo estudió en esa misma reunión la solicitud de ingreso de Georgia en la Unión, que este país había presentado al mismo tiempo que Moldavia. Pero en este caso, la situación política interna es tan inestable y polarizada, que el Consejo Europeo se mos- tró dispuesto a concederle el estatus de candidato solo después de que se cumplan las prioridades señaladas por la Comisión en su dictamen, que, además de re- comendaciones similares a las de Ucrania y Moldavia, requiere que se garantice el completo funcionamiento de todas las instituciones con transparencia y rendición de cuentas, mejorar los procedimientos electorales y reforzar la igualdad de hombres y mujeres y la lucha contra la violencia de género. Tanto los dos candidatos como el precandidato tie- nen una relación previa con la UE a través de los Acuer- dos de Asociación, suscritos en el marco de la Asociación Oriental, a la que los tres pertenecen junto con Armenia, Azerbaiyán y Bielorrusia (suspendido). Georgia y Mol- davia suscribieron los acuerdos en 2016, y Ucrania en 2017. Aunque no están relacionados con el proceso de adhesión, los avances que se han logrado y se logren aún en el desarrollo de estos acuerdos facilitarán sin duda la negociación y sus posibilidades de alcanzar la integración plena. Estos tres países tienen muchas cosas en común, además de deficiencias políticas y legales semejantes señaladas por la Comisión. Los tres formaron parte de la Unión Soviética y los tres tienen minorías rusas o rusó- filas, que han declarado independientes las regiones en las que se asientan, quedando de facto fuera del control de los respectivos gobiernos. En Georgia, desde su inde- pendencia, Osetia del Sur y Abjasia; en Moldavia, Trans- nistria, también desde su independencia; y en Ucrania, el Donbass –las autoproclamadas Repúblicas Populares de Donetsk y Luhans – desde 2014. Rusia intervino en 2008 en Georgia para impedir que Tiblisi tomara por la fuerza el control de Osetia del Sur y Abjasia, que Moscú reco- noció entonces como independientes. En 2014 intervino solapadamente en Ucrania para apoyar a los separatistas que se rebelaron a raíz de la revolución del Maidán, en el Donbass y en Crimea, anexionándose esta última. Y en febrero de 2022 invadió Ucrania con la excusa de de- fender a los separatistas e impedir que Ucrania se uniera a la OTAN, provocando una guerra cruel, ilegal e injusta, que aún no ha terminado. Solo se ha salvado, por ahora, Moldavia porque desde julio de 1992 nunca ha atacado a Transnistria, donde hay estacionadas fuerzas militares rusas –teóricamente en misión de paz–, pero es objeto de presión por parte de Rusia, sobre todo en términos de suministro energético. Los intereses de Rusia en estos países están relacio- nados principalmente con la seguridad y la protección de las minorías rusas o rusófilas que forman parte de ellos. Se opone radicalmente a que se conviertan en miembros de la OTAN, pero en cuanto a la adhesión a la UE tiene pocos argumentos, incluso para consumo interno, y su oposición es más débil, además de que no parece tener suficiente fuerza como para hacerla prevalecer en caso de quisiera ejercerla. No obstante, este aspecto debe ser considerado también, y conviene ser muy prudentes porque la entrada en la Unión de Estados que no ejercen su soberanía sobre todo su territorio, y que tienen conflictos latentes que en cualquier momento pueden reavivarse, puede desestabili- zar el proceso de integración europea y convertirse en un problema grave para todos los Estados miembros.Aunque existe el precedente de Chipre, cuyo problema territorial sigue sin solucionarse pese a su pertenencia a la UE, pero está controlado debido a la candidatura de Turquía. Por otra parte, Ucrania, Moldavia y Georgia tienen problemas políticos, sociales y legales muy graves, se- ñalados por la Comisión, que no han impedido que los dos primeros hayan alcanzado en un tiempo récord el estatus de candidatos, aunque es probable que en otras circunstancias lo hubieran retrasado. Las decisiones de otorgarlo son comprensibles –especialmente en el caso de Ucrania– como un acto de solidaridad europea ante

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