EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA. Ante una nueva legislatura europea
53 La defensa europea tras la guerra de Ucrania: ¿es la autonomía estratégica un objetivo realmente compartido y factible? Mercedes Guinea Llorente La guerra de agresión rusa a Ucrania vuelve a po- ner en la agenda de la Unión Europea (UE), con toda crudeza, la cuestión de la guerra y la necesi- dad de defender con herramientas también militares la integridad territorial de sus Estados miembros (EE. MM.) y la seguridad de sus ciudadanos. En pa- labras de los Jefes de Estado y de Gobierno de la UE, “la guerra de agresión rusa constituye un vuelco descomunal en la historia europea. En nuestra reu- nión en Versalles hemos debatido cómo lograr que la UE esté a la altura de sus responsabilidades en esta nueva realidad, protegiendo a nuestros ciudadanos, nuestros valores, nuestras democracias y el modelo europeo” (2022:3). La guerra nos permite visualizar los efectos de un entorno internacional en deterioro donde normas y mul- tilateralismo están siendo reemplazados por “políticas de poder”, donde la conectividad, en vez de ser un motor de cooperación, se convierte en fuente de conflicto (Leonard 2022) y donde el peso del hard-power vuelve a ser de- terminante. Y la UE en la protección de sus ciudadanos y modo de vida no puede ser ajena a esta realidad. La guerra también nos ha mostrado con crudeza que las capacidades defensivas europeas no están a la altura de lo que exige un conflicto de alta intensidad sostenido en el tiempo. El desarrollo de una Unión de la Defensa ha sido en el proceso de integración una cuestión altamente controvertida, y también decepcionante, donde, como recuerda Borrell, ha existido una gran brecha entre las declaraciones y los resultados efectivos (Borrell 2023a: 147). Esto se explica por la incidencia de varios factores de diferente alcance y naturaleza: su ligazón al núcleo duro de soberanía del Estado, la existencia de diferentes culturas estratégicas, percepciones y prioridades entre los EE. MM., la sospecha de unos EE. MM. por el li- derazgo de otros, la distinta posición sobre el uso de la fuerza y la inevitable cuestión de su relación con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), y por ende, con Estados Unidos. Tampoco podemos obviar el hecho de que la política de defensa está ligada a relevantes intereses nacionales, y que muchas veces los planeamientos y las compras vienen determinados por el deseo de favorecer a determinadas empresas nacio-
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