EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA. Ante una nueva legislatura europea

EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA 54 nales o proteger determinadas alianzas internacionales. Por todo ello, y a pesar de que en 2016 hablábamos del “despertar de la bella durmiente”, el proceso de construcción de una Europa de la Defensa está resul- tando arduo, complejo y más lento de lo que podríamos desear. En este ámbito, “el diagnóstico y las prescripcio- nes están claras, pero ha habido un déficit de voluntad política” (Borrell 2023a:163). Cabe en el año 2023 preguntarse cómo está inci- diendo la vuelta del fantasma de la guerra al continente europeo en el desarrollo de la Política Común de Se- guridad y Defensa (PCSD) y en la consecución de una auténtica autonomía estratégica, tal y como se ha fijado como objetivo la UE (EEAS 2016). En este momento se dan argumentaciones en dos sentidos diferentes. Se pue- de considerar, en primer lugar, que la guerra y la amenaza existencial que la política de Putin encierra para la UE es un toque de atención para que los EE. MM. deci- dan compartir soberanía en el ámbito de la defensa y la construcción de una verdadera política digna de ese nombre (Raik, Blockmans et al. 2023:37). En la dirección contraria hay otros que consideran que la guerra vuelve a poner de manifiesto la indispensabilidad de la OTAN para la defensa del continente europeo y que, por tanto, no va a incidir en un desarrollo positivo de la PCSD (Pirozzi, 2023:2). Nos encontramos una vez más con el dilema eterno que enfrenta a los EE. MM. ante la integración europea: soberanía vs. eficacia. Dilema al que Monnet encontraba salida afirmando que Europa se formaría en las crisis y que sería la suma de las soluciones que apor- táramos a las crisis (Monnet 1976:488). En el presente trabajo vamos a analizar los desarro- llos políticos que se han producido en los dieciséis meses de guerra para intentar, en la medida de lo posible, ofre- cer una respuesta a si la crisis de Ucrania está sirviendo para fortalecer la política de defensa de la UE. Para ello plantearemos inicialmente un breve marco de referencia sobre las peculiares características de la PCSD y la coope- ración existente en materia de defensa entre los EE. MM., para conocer cuál es el punto de partida y los condicio- nantes existentes. En un segundo epígrafe abordaremos brevemente el concepto de autonomía estratégica refe- rido a la defensa, tal y como se está planteando desde 2016, y qué progresos ha experimentado. En una tercera parte analizaremos los desarrollos de la defensa que es- tamos experimentando en este último año, tanto desde el punto de vista de los documentos estratégicos aprobados —Declaración de Versalles y Brújula Estratégica— como de las realizaciones, para no solo ver las declaraciones de intenciones, sino también los resultados, y preguntarnos si existe un cambio de paradigma. Terminaremos con las conclusiones y recomendaciones de acción. La Política Común de Seguridad y Defensa: coordinación en manos de los Estados miembros El proyecto de integración europea nace con un ADN ideológico específico, basado en las ideas kantianas de que promover “el tráfico comercial entre diferentes pueblos (…) hubo de tener como consecuencia el man- tenimiento de las relaciones pacíficas entre ellos y aún con otros más apartados” (Kant 2011:81). Parte de la presunción de que en las relaciones internacionales es posible acabar con la guerra a través de la generación de interdependencias —y por tanto de intereses comu- nes— entre los Estados. En consecuencia, el hard power no fue considerado en el modelo de Maastricht entre las herramientas que la UE debería tener para convertirse en un actor internacional. Decía un observador atinadamen- te que “la UE no se hizo para hacer la guerra”. Desde sus orígenes, la UE ha convivido con la OTAN, organización en la que participan la mayor parte de los EE. MM. y que ha servido para que Estados Unidos ac- tuara como garante de la seguridad europea 1 . Este hecho 1  A fecha de 30 de junio de 2023, la UE y la OTAN comparten 22 EE. MM., estando pendiente la ratificación de la adhesión de Suecia a esta última por parte de Turquía y Hungría, lo que haría que fueran 23. Los Estados UE que quedarían fuera de la OTAN son los 4 neutrales o no alineados: Austria, Irlanda, Malta y Chipre. Sumando sus poblaciones,

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