EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA. Ante una nueva legislatura europea

EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA 8 implica un ataque tan inesperado e inhumano, tan contrario a un orden internacional basado en normas, como el desencadenado por Vladimir Putin. Nada puede reprocharse a la política y la estrategia que la Unión ha adoptado. Ha reaccionado sin daño a su unidad. Más bien lo contrario. La solidaridad con Ucrania está siendo, y será, ejemplar. Sin embargo, el debate abierto es si todo ello desembocará en un nuevo orden europeo o una nueva Guerra Fría. La respuesta de la Unión a la invasión de Ucrania ha desarrollado un concepto ya lanzado por Federica Mogherini como Alt a Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad en 2014-2015 en el documento sobre la seguridad y defensa europea: la “autonomía estratégica” como algo vital para la Unión. Pero esta no se ha detenido ahí. La autonomía estratégica se ha extendido, como necesidad ineludible, a otros importantes desafíos para la UE. La transición energética hacia una economía descarbonizada, o el reto tecnológico que implica la transformación digital, o la rivalidad industrial y la incertidumbre que representa China –definida como “rival sistémico” por la UE–, son ejemplos de la ne- cesidad de autonomía. Pero esta autonomía no se debe confundir con independencia o proteccionismo nacionalista. Junto a las evoluciones de este mundo global y cada vez más fragmentado, la Unión no puede dejar de ocuparse de las políticas que podríamos calificar de “internas”, en los ámbitos económicos, sociales e institucionales. Veámoslas. Tras una etapa de liberalización de las ayudas de Estado y de las reglas fiscales que establecen los tratados, la Unión está debatiendo –aún sin unanimidad en el Consejo– cómo flexibilizar esas reglas de déficit y deuda sin romperlas. No es menos importante la política monetaria dirigida por el Banco Central Europeo, que se resume por ahora en una fuerte subida de los tipos de interés para, supuesta- mente, atajar la inflación que sufrimos. Ha de haber un delicado equilibrio entre tipos de interés y crecimiento para que no retornen tiempos pasados en los que la restricción monetaria tuvo efectos muy nocivos sobre la economía de Europa y de sus ciudadanos durante la Gran Recesión. La Europa social continúa siendo la parte débil de las políticas comunitarias. El instrumento por excelencia de política social europea, el pilar europeo de derechos sociales (PEDS), ha superado la prueba de la pandemia; de hecho, su importancia ha crecido durante ese periodo. Pero, en este sentido, le queda a la UE un amplio camino por recorrer, y, a pesar de la resistencia del mercado laboral, los riesgos de pobreza y de exclusión social se mantienen elevados. Una dimensión trascendental de la política social europea, y de la necesidad de reformas, es la que afecta al fenómeno migratorio y al derecho de asilo. Puede que el Pacto de migración y asilo, anhelado por los países mediterráneos, sea la más relevante conquista de la Presidencia española. Apostamos por ello. En este y anteriores informes hemos abogado por la defensa de los derechos de los migrantes y solicitantes de asilo, y por la solidaridad entre países.

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