Patología Neurológica Infantil. Guía para profesores
31 orgánica demostrada. Antes se les conocía como trastornos específicos del lenguaje (TEL), pero se ha suprimido el concepto “específico” debido a que muchos niños pueden asociar afectación de otras áreas del desarrollo. Tradicionalmente, además, se distinguía entre retraso simple del lenguaje y trastorno grave (disfasia). Actualmente no se recomienda esta distinción dada la dificultad de predecir el pronóstico antes de los 5 años. Los casos más leves se caracterizan por un desfase cronológico en el ritmo de desarrollo del lenguaje, con afectación fundamentalmente a nivel fonológico y muy buena respuesta a la intervención logopédica. En los casos más graves la afectación es más compleja, implicando alteraciones a nivel fonológico, sintáctico, semántico y pragmático. La evolución es más lenta, y en ocasiones persiste en la edad adulta, siendo el pronóstico peor en los casos que a los 5 años existe un trastorno de la comprensión. Los niños con TDL con mucha frecuencia presentan problemas en las relaciones sociales derivados de su dificultad para comunicarse. En los niños pequeños que asocien problemas de conducta o de relación social es recomendable la valoración por Neuropediatría o Salud Mental para descartar la presencia de un TEA. En el caso de niños mayores hay que valorar la posible repercusión en la autoestima que puede tener su trastorno, y remitir en los casos que sea necesario a valoración por psicología infantil. Por último, cabe destacar que además de la afectación de la autoestima que puede producir el trastorno, aproximadamente a mitad de los niños que han tenido un TEL a los 3 años cumplen criterios de trastorno específico de la lectoescritura (dislexia) a los 7-8 años, por lo que es importante realizar una vigilancia estrecha del aprendizaje en estos niños y proporcionarles apoyo de manera precoz en los casos que lo necesiten. ¿Cómo se diagnostica y trata un trastorno del lenguaje? En el abordaje de los problemas del lenguaje es muy importante la identificación precoz, tanto para el tratamiento del propio retraso del lenguaje como de las posibles causas que puedan estar contribuyendo a dicho retraso. En este punto es fundamental el papel de los educadores, especialmente en las escuelas infantiles y en los primeros cursos de la escolarización, ya que pueden observar el uso del lenguaje en su ambiente natural y en interacción con otros niños. La identificación precoz de los trastornos del lenguaje es fundamental para mejorar el pronóstico. Es importante descartar un trastorno secundario, que se hace fundamentalmente por la historia clínica y la valoración completa del desarrollo psicomotor por parte del pediatra. Será imprescindible la realización de una audiometría para descartar hipoacusia. Los casos dudosos deberían ser remitidos a Neuropediatría. En los niños más mayores son de gran utilidad las pruebas psicopedagógicas realizadas en los colegios para valorar el nivel cognitivo verbal y no verbal, así como la valoración de la lectoescritura. En los niños con trastornos leves puede ser suficiente con el apoyo pedagógico en el colegio y la orientación a los padres sobre cómo estimular el lenguaje en su domicilio. En los casos graves o que no presentan una evolución favorable está indicado el tratamiento logopédico que debe ser lo más intensivo posible.
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