Patología Neurológica Infantil. Guía para profesores
43 pedagógico escolar, un asesoramiento a los padres (en coordinación estrecha con el colegio), y en ocasiones terapias cognitivo-conductuales para el manejo de conductas, control emocional y habilidades sociales. Los tratamientos farmacológicos son: psicoestimulantes como el metilfenidato y la lisdexanfetamina, y otros fármacos no estimulantes como la atomoxetina y la guanfacina, todos con efectividad y seguridad probadas. Existen diversas presentaciones de estos fármacos con distinta duración (acción inmediata, semirretardada y retardada) y tamaño del efecto. Los diferentes fármacos se prueban y se ajustan a las necesidades del niño, buscando eficacia con buena tolerancia. En el caso de los fármacos de liberación inmediata y de corta duración, también más económicos, se requiere que el colegio le administre al niño una dosis al mediodía para mantener su efecto en las clases de la tarde. La colaboración por parte del colegio es imprescindible. Los efectos secundarios más frecuentes de estos fármacos con la cefalea, la pérdida de apetito o el dolor abdominal. A medida que pasan las semanas los niños se adaptan a las medicaciones y ceden estos efectos secundarios salvo la pérdida de apetito que suele persistir. De manera poco frecuente estos fármacos les producirán conductas agresivas, aparición o empeoramiento de tics o ideación suicida. Si se presentasen estos últimos efectos secundarios será importante informar a la familia para que contacte con su médico. Objetivos del tratamiento en general • Mejorar las relaciones con la familia, profesores y compañeros (mayor obediencia y cumplimiento de normas). • Disminución de la frecuencia de los comportamientos perturbadores (menos llamadas de atención y de notas de mal comportamiento). • Mayor calidad en las tareas escolares, mayor eficiencia para finalizarlas (en menos tiempo). Mejores resultados escolares. • Participación en actividades sin interrupción • Aumento de la autoestima, de la seguridad en sí mismo (menos conductas arriesgadas) y de su independencia en autocuidado y realización de actividades. ¿Cuál es el pronóstico del TDAH? Sin tratamiento solo el 35-60% llegan a la remisión completa, y la mitad tendrán síntomas de adulto. En los niños con TDAH hay una alta tasa de superposición de problemas coincidentes (comorbilidades), de aprendizaje, de lenguaje, de trastornos neuropsiquiátricos, que ensombrecen su pronóstico y evolución, y que hay que detectar y también tratar. Esto requiere del esfuerzo e implicación de maestros, pedagogos, pediatras, neuropediatras, psiquiatras, psicólogos, neuropsicólogos… Las políticas educativas deben apuntar a la detección y atención del niño con TDAH, y de sus dificultades de aprendizaje y comorbilidades.
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