Patología Neurológica Infantil. Guía para profesores
53 EPISODIOS PAROXÍSTICOS NO EPILÉPTICOS Julián Lara Herguedas Ingrid Guillén Onandía ¿Qué es un episodio paroxístico no epiléptico? Episodio que se manifiestan de forma brusca con síntomas neurológicos pero que no es de causa epiléptica (como dice su definición). Los niños pueden presentar manifestaciones neurológicas variadas (movimientos anómalos, rigidez o debilidad, alteración de la postura, de los movimientos oculares, síntomas sensoriales, sudoración o palidez, o síntomas psíquicos o conductuales con o sin disminución del nivel de conciencia o comportamiento alterado). Son originados por una disfunción cerebral de origen diverso, pero que no obedecen a una descarga neuronal excesiva como en la epilepsia. En la mayoría de los casos, la clínica es suficiente para establecer un diagnóstico correcto, basado en la descripción detallada del episodio y los posibles factores precipitantes. El 15% de niños menores de 15 años han padecido algún tipo de trastorno paroxístico. Existen varios fenómenos de este tipo. Vamos a destacar los más frecuentes. Espasmo del sollozo o “encanamiento” Es un episodio breve que comienza con grito o llanto, precipitado por dolor o frustración y se acompañan de una apnea (cese de respiración). La duración es breve, suele ser menos de un minuto. Los episodios ocurren en el 5% de los niños, suelen aparecer entre los 6-18 meses de edad y pueden persistir hasta los 6-8 años. Puede haber antecedentes familiares. Existen dos tipos de espasmos del sollozo en función del color de la piel: espasmo pálido y espasmo cianosante. • El pálido: se debe a un reflejo vagal (su estímulo hace que el corazón lata más despacio por hiperestímulo, luego se recupera, se acompaña de palidez, sudoración y rigidez) y a veces se puede perder el conocimiento y hacer un movimiento tipo convulsiones. Posteriormente los niños presentan un estado de confusión similar al desmayo del preadolescente o adolescente. • El cianosante: tiene su origen en una apnea espiratoria prolongada. El episodio se inicia por llanto o grito seguido de apnea, pérdida de conciencia y cianosis (coloración amoratada de labios, cara o cuerpo) y, en ocasiones, posturas rígidas. Suele ser desencadenado también por pequeños traumatismos, aunque la frustración o el miedo son los factores más evidentes. Son mucho más frecuentes que los pálidos.
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