Los doce relatos de este libro tejidos a lo largo de los últimos dieciséis años, de Almería a Washington, de Guatemala a Nueva Orleans, del mar Caribe al mar Rojo, cubren el mapa físico y mental del autor y de aquellos que, voluntaria e involuntariamente, han contribuido a su elaboración.
Si estos cuentos necesitaran una moraleja sería que nada supera a la realidad salvo la realidad misma. Y que para reconocerla tan solo hace falta tener los ojos y los oídos bien abiertos pues no hay mejor gimnasia en el vivir que la que nos flexibiliza por dentro y nos abre el ánimo, haciéndonos cada día más receptivos a lo humano, más capaces de amar, más serenos incluso cuando nos indignamos.
Como señala Jorge Martínez Reverte en el prólogo “las historias aquí reunidas ... se distancian del vicio español de presentarnos personajes que tienen que interesarnos por su carácter cosmopolita o por su personalidad entrañable. Por eso son cosmopolitas, y por eso podemos sentirnos enternecidos al leerlos. Porque se desarrollan solos a través de la historia, sin que Alberto Infante tenga que decirnos que estamos obligados a conmovernos con ellos o a asombrarnos de su calidad humana”.