La caza que nos parió
Carlos Sánchez García-Abad 14 meses después, cuando Cristina Narbona, ministra de Medio Ambiente, fue cesada, muchos entendieron que la manifestación había merecido la pena (la ley sigue vigente, por cierto). Las imágenes de los rudos guardas de caza escoceses (con sus pati- llas de pico de hacha), fotografiándose enfrente del Big Ben, y la de los re- haleros españoles, esperando a que sus perros hicieran pipí en el Paseo de la Castellana, resultaban ciertamente absurdas y me recordaban al belga por soleares que canta Joaquín Sabina en uno de sus mejores temas 1 . Al fin y al cabo, se trataba de personas fuera de su hábitat propio, de especies lejos de su ecosistema natural. Y por ello entiendo que los pocos londinen- ses y madrileños residentes que se toparon con estas manifestaciones que- daran sorprendidos ante tal estampa (si es que queda algún oriundo de estas ciudades durante un fin de semana). Pero si hubiéramos juntado a los dos, guiri e hispano, con un tra- ductor de por medio, muy posiblemente hubieran descubierto que tenían mucho más en común de lo que tienen con sus paisanos urbanitas. Ambas manifestaciones consiguieron algún que otro titular en los grandes medios de comunicación, sobre todo por los incidentes entre par- tidarios y detractores que se registraron en la de Londres, con algún herido sin importancia, lo que fue jugosamente exprimido por los tabloides que viven del morbo y la especulación en la Gran Bretaña. En la de Madrid, varios animalistas disfrazados de zorros se introdujeron en la manifesta- ción con pancartas contrarias a la caza, pero la cosa no fue a mayores y fueron desalojados al poco tiempo por la policía. Intenté asistir a la manifestación de Madrid, pero solo pude llegar a ver la cola, cuando toda la gente se dirigía ya a la feria de caza FICAAR & JEEP (ahora denominada Cinegética), el mayor evento de este tipo en nues- tro país. Tras una pequeña confusión para llegar al sitio, me adentré en dicha feria, de la que había visto y oído mucho, pero que nunca antes había podido visitar. En aquellos años España vivía aún en la abundancia por la indus- tria del ladrillo; y la caza, como actividad económica, estaba en pleno es- plendor. La feria se organizaba en pabellones y, dentro de estos, en plantas dedicadas a distintos productos o temáticas. 1 Sabina J. Así estoy yo sin ti . En: Hotel, dulce hotel. BMG/Ariola; 1987.
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