La caza que nos parió

Carlos Sánchez García-Abad 16 profundidad qué es realmente la caza y quiénes son los cazadores. Y, sobre todo, para saber por qué después de tantos miles de años seguimos cazando. Tal vez, la clave era conocer la caza como espectador y no como protagonis- ta, algo que les sucede a muchos cazadores que se aferran a sus convicciones más internas y en ocasiones absurdas. La caza auténtica, legítima y sostenible es sin duda la que yo prac- tico y además está en peligro de desaparecer 3 . En efecto, la caza es un mundo muy diverso y cuyas cifras no son nada insignificantes. Mis primeras pesquisas apuntaban que en aquellos años existían alrededor de 1 millón de cazadores en España y casi el 90% del territorio estaba (y está) declarado como “coto de caza”. Caza el rico, el pobre, el catalán y el extremeño, en el llano y en las cumbres, caza mayor y menor, con escopeta, rifle, arco, solo con perros; cazan hombres y algunas mujeres, jóvenes y mayores, por no decir viejos (porque la caza se está envejeciendo a marchas forzadas). Un mundo tan complejo quizás por los múltiples actores que intervienen, considerada por algunos como un depor- te, pero para la mayoría como una “forma de vida”, que marca irremedia- blemente el destino de los que la practican. Un colectivo, el de los cazado- res, supongo que distinto porque cazar implica en muchas ocasiones dar muerte a un animal. Claro, esto lo diferencia claramente de otras activida- des lúdicas y deportivas, en las que lo único que se mata (salvo catástrofe) es el tiempo y el apetito. De forma consciente desde que terminé la carrera, allá por 2005, abracé la investigación para saciar toda mi curiosidad y orientar mi activi- dad profesional al mundo de la caza, que no me veía yo en una clínica veterinaria, sino más bien en un coto recogiendo datos e intentando expli- car el porqué de las cosas. Y así, meses después de la manifestación en Madrid, mi tutor y maestro, Vicente Gaudioso, me comunicó que la Univer- sidad de León me concedía la tan ansiada beca predoctoral para ser un becario sin fecha clara de caducidad y abordar el ingente trabajo de una tesis doctoral, iniciando mi vinculación con todo este lío, que dura ya cerca de 20 años. La motivación de escribir este ensayo no responde a ensalzar la caza y los cazadores y no tiene por objetivo escribir una revisión científica 3 Nota: a lo largo de este ensayo, reproduciré textualmente fragmentos de conversaciones privadas y, por respeto a sus protagonistas, no siempre citaré a su autor.

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