La caza que nos parió 2ª edición

15 El 15 de septiembre de 2004, una marea “verde” reco- rrió las calles de Londres. No se trataba de una manifesta- ción contra el cambio climático, la caza de ballenas o la ener- gía nuclear; era una manifestación en repulsa por la Ley de caza del año 2004, que prohibía la caza de mamíferos con perros y, por ende, con claras implicaciones para la caza del zorro ( foxhunting ), que muchos entendieron como una “pro- hibición” en toda regla. Entrecomillo prohibición, porque realmente el decreto del gobierno de Westminster no termi- naba con esta modalidad de caza, sino que introducía una serie de cambios sustanciales en la que ha sido y es la moda- lidad de caza por antonomasia en las islas británicas, archi- conocida en todo el mundo y que ha sido reproducida en in- finidad de obras artísticas. Básicamente, la nueva Ley promovida por el gobierno laborista de Tony Blair prohibía que los perros hincaran el diente a zorros, cérvidos, liebres y visones, si bien todo el foco y la atención se lo llevó el raposo (como era de esperar). Entre aquella marea se diferenciaban bien los colores típicos del rural británico, verdes y ocres envueltos en sus clá- sicas panas ( tweed ), tocados con sus gorras camperas y chale- cos que identifican allí y en muchos países a los que tienen relación con el campo. Atuendos de guardas de caza y gentle- men que no han variado mucho en los últimos siglos en Gran Bretaña, pero sí en lo que respecta a la calidad y las propiedades A modo de introducción

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