CINE Y PEDIATRIA 4
publicado: sábado 24 de agosto de 2013 164 Cine y Pediatría [189] E n Cine y Pediatría siempre una película nos lleva a otra, de forma consciente o inconsciente. La semana pasada en Voces inocentes [Cine y Pediatría 188] reflexionamos sobre los niños soldados y hoy comentaremos la película De mayor quiero ser soldado (Christian Molina, 2010). Pocas películas de las que llevamos comentadas en Cine y Pediatría (y son cientos) han recibido tantos varapalos como esta película. Curiosamente, De mayor quiero ser soldado vino amparada por las recomendaciones del Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid o por el Juez de Menores de Granada (el mediático Emilio Calatayud), y supongo que sus recomendaciones eran por las reflexiones que partían de la película, no por su calidad cinematográfica. No soy crítico cinematográfico, solo un amante del cine, pero sí quiero expresar de partida mi opinión: no estamos ante una obra maestra del séptimo arte, pero tampoco ante el bodrio que muchos han descrito en sus mordaces críticas. La película tiene la debilidad de que el discurso cinematográfico está demasiado subrayado (quizás se abusa de la voz en off o de las imágenes documentales, o la diatriba entre el bien y el mal con el amigo imaginario es un recurso demasiado fácil), pero tiene la “De mayor quiero ser soldado” o la apología de la violencia audiovisual
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