CINE Y PEDIATRIA 4

cine y pediatría 4 17 E l poder de la imagen en nuestra sociedad es innegable. Cualquier producto, cualquier idea, cualquier suceso es divulgado y conocido a través de sus imágenes. Hoy en día, aquello que no tiene una imagen es como si no existiera. De ahí que el cine, y el audiovisual en general, sea no solo un medio de ocio y distracción importante, sino también una forma de expresión y comunicación imprescindible en la sociedad actual. Y, en este sentido, el cine tiene una responsabilidad ineludible. Porque desde sus inicios ha sido, y sigue siendo, un claro reflejo de la sociedad en que se asienta, bien por lo que muestra o por lo que oculta. No hay más que revisar las películas de una determinada época para saber de ella, para conocer tanto sus valores como sus carencias. Por ello, el cine – además de entretener– puede y debe servir para dar a conocer diferentes aspectos de nuestra realidad y hacer que el espectador reflexione sobre ellos: sobre problemas y conflictos propios o ajenos, sobre comportamientos y actitudes personales o colectivas. Y aunque el cine –al igual que otras artes– puede ayudarnos a comprender la realidad en la que vivimos e incluso plantear la necesidad de modificarla, debemos de ser los ciudadanos quienes nos impliquemos en la construcción de un mundo más humano y más solidario. El cine, por sí mismo, no puede transformar la realidad. Los cambios deben surgir de la propia sociedad, de sus organizaciones profesionales, políticas y sociales. Y en esta tarea, sí que el cine puede ser un buen aliado. Jean Renoir lo expresaba con su habitual maestría en una declaración de principios que comparto plenamente: “Lo que para mí cuenta al hacer cine, no es hacer películas perfectas, sino tender puentes para el conocimiento humano y para mejorar las relaciones entre las personas y los pueblos”. Por todo ello, resulta muy alentador para quienes compartimos este entendimiento del cine, encontrarse con una obra tan extensa y gratificante como Cine y Pediatría de Javier González de Dios, que ya edita –con este– su cuarto volumen. Una obra que supone, como señala el magnífico epígrafe que acompaña al título, “una oportunidad para la docencia y la humanización en nuestra práctica clínica”. Una obra que profundiza e indaga en esa etapa tan esencial de la vida como son los años de la infancia y la adolescencia, sirviéndose del soporte cinematográfico. Y ese es el gran acierto de esta obra, el valor añadido que presenta “ Un ejemplo a seguir “ Prólogo Desde el punto de vista del cine

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