CINE Y PEDIATRIA 4

cine y pediatría 4 35 Benjamín Ávila prosigue con su reivindicación de la memoria histórica más dura y triste de Argentina: la del proceso militar argentino y sus fatídicas consecuencias. En 2004 lo hizo con la película documental  Nietos (identidad y memoria)  y con la película para televisión, Aparecidos: hijos del dolor, nietos de la desesperanza , ambos sendos documentales sobre los nietos de desaparecidos y la agrupación Abuelas de la Plaza de Mayo, liderada por Estela de Carlotto. Ahora debuta en el largometraje con esta historia con tintes autobiográficos y en torno a la visión de un niño, hijo de un matrimonio de Montoneros opositores a la dictadura militar del general Videla.  A finales de los 70, Juan es un niño de 12 años (magnífico Teo Gutiérrez Romero ) que regresa con sus padres (César Troncoso y Natalia Oreiro) a Argentina tras varios años de exilio, debido a su activa adscripción al movimiento Montonero. Como perseguidos políticos, no pueden conservar sus nombres verdaderos y asumen identidades falsas para seguir combatiendo el régimen dictatorial militar en la clandestinidad. Al niño, al que llamaron Juan (por Perón), le cambian el nombre a Ernesto (por el Che Guevara), de forma que a la lucha propia de los adolescentes en el proceso de transición hacia la edad adulta (y que van más allá del descubrimiento de la sexualidad y de su primer amor), se suma también el conflicto de identidad que tiene la dialéctica simbólica de sus nombres y las vivencias del conflicto político en su entorno familiar. Entorno en el que tiene un significado especial su tío Beto (acertado Ernesto Alterio). Esta coproducción hispano- argentina-brasileña pone en escena un  drama emotivo ambientado en la cruda realidad cotidiana que vivieron muchas familias argentinas durante la dictadura militar . Pero nos muestra otro lado de la guerrilla y con otros ojos: el lado familiar visto por los ojos de un preadolescente, de forma que la infancia hace ver la vida y los acontecimientos de otra manera, aunque los que le rodea es suficientemente trágico. El recurso de los dibujos de cómic para los momentos más violentos se puede considerar un buen recurso narrativo, tanto al principio como al final de la película.  Detrás de aquel  “Perón o muerte: ¡viva la patria!”  que insuflaban los Montoneros como grito de guerra, Benjamín Ávila decide contar la historia a través de los ojos de un niño que aprende a sobrevivir en un mundo de identidades falsas y cumpleaños inventados, y que pese a la pasión ideológica, frustración e impotencia e incredulidad que se cierne sobre la película, le

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