CINE Y PEDIATRIA 5

162 publicado: sábado 2 de agosto de 2014 Cine y Pediatría [238] los que tienen más cercana la agresión presente en sus territorios, haciendo responsables a sus dirigentes de una situación difícil de compartir. Sorprende cómo el rabino le cuenta a Joseph que está circuncidado y que, efectivamente, estudia la Torá, pero a partir de ahí la naturaleza indica que ha nacido de una árabe y, por lo tanto, no puede ser judío en sus derechos y obligaciones que tenía previamente asignados. Y la directora nos presenta al joven palestino (pueblo invadido) como más maduro (estudia Medicina en París), que el joven judío (pueblo invasor), que lo puede presentar como de carácter más débil, un músico y artista en potencia. Y la duda de los protagonistas a cada paso. La duda de Joseph: “¿Voy a tener que cambiar mi kipá por un cinturón de explosivos?” . La duda de Yacine: “Soy mi peor enemigo, pero tengo que quererme a pesar de todo” . La reflexión de la madre: “Abre tu corazón hijo mío, sé que es grande…” . Cine positivo e imprescindible con un mensaje claro: atender las diferencias del otro y hacerlo con respeto. Aunque el desarrollo de la historia se acerca más a la fábula que a una realidad, sin duda, más compleja. Porque El hijo del otro apuesta por ponerse al lado del enemigo, por aceptar las diferencias y encontrar, más allá de prejuicios culturales o religiosos, puntos en común en tanto seres humanos . Y es así como no se convierte en una película política, sino ideológica, en donde su directora reivindica la consabida ingenuidad para tratar e intentar resolver un conflicto tan marcado. Porque la fábula está configurada como un alegato a favor de la confraternización y la coexistencia pacífica. Y es así como la escena final de los tres “hermanos” en el hospital se convierte en toda una declaración de principios por la paz y el entendimiento: las manos apretadas de los tres es un símbolo de reconciliación por encima de religiones y política.

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