CINE Y PEDIATRIA 5
174 publicado: sábado 23 de agosto de 2014 Cine y Pediatría [241] la Iglesia porque participa muy activamente en la Iglesia Presbiteriana de Walnut Creek, en California, junto con su hermano, sus dos hermanas y sus padres, donde predomina la figura de la madre, Mary (Sigourney Weaver), religiosa ultraconservadora que enseña en la escuela religiosa dominical. Los detallados diarios personales de Bobby están llenos de diatribas de odio contra sí mismo, porque pensaba que ser homosexual lo convertía en un ser humano sin ningún valor e intrínsecamente malo, ya que se había convertido en una herramienta del demonio. Eso es lo que él creía, porque es lo que había aprendido en su iglesia y que le llevó a escribir: “No, nunca podré dejar que nadie sepa que no soy heterosexual. Sería tan humillante. Mis amigos me odiarían. Incluso tal vez quieran darme una paliza. ¿Y mi familia? Los he oído a ellos y han dicho que odian a los homosexuales, y que aún Dios también odia a los homosexuales. Los gays son malos, y Dios envía a los chicos malos al infierno. Realmente me asusta cuando hablen de mí”. La familia llega a aceptar su homosexualidad, salvo su madre, quien cree que Dios puede “curarlo”. Ella lleva a Bobby a un psiquiatra y convence a Bobby a orar más y buscar consuelo en las actividades de la Iglesia en esperanza de que él pueda cambiar. La ayuda de la religión y las plegarias de una madre fervorosa son constantes: “Te pedimos Señor que mantengas a Bobby a salvo de la tentación. Por favor, ayúdalo para que recobre su pureza de corazón”. La ayuda de la psiquiatría…: “¿Quieres ser homosexual, Bobby?”; y su contestación: “Solo quiero estar cerca de mi familia. Siento como si hubiera resbalado y no puedo ponerme de pie”. Los grupos de autoayuda… La terapia familiar. Las citas forzadas con chicas guapas… Las oraciones de la Biblia colgadas por toda la casa como método de sanación. Desesperado para que su madre lo acepte, Bobby hace lo que se pide de él, pero a pesar de todo, la desaprobación de la Iglesia hacia la homosexualidad le hace crecer cada día más retraído y deprimido. Afectado por la culpa, Bobby se muda temporalmente con su prima a Oregón, con la esperanza de que algún día su madre lo acepte, bajo un pensamiento: “Mi objetivo es alcanzar un sentimiento de orgullo y de valor como ser humano” . Allí encuentra un novio con el que llega a ser feliz, pero el sentimiento de culpa por no ser el hijo “perfecto” es demasiado grande para evitar el desenlace fatal.
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