CINE Y PEDIATRIA 5
212 publicado: sábado 25 de octubre de 2014 Cine y Pediatría [250] Porque Mikel Rueda escribe y dirige A escondidas en las calles de Bilbao y tras un extenso casting a más de 4500 chavales para encontrar a los protagonistas: Ibrahim, Rafa y a otro buen número de adolescentes. Un drama que se sumerge en el primer amor adolescente , adentrándose en los problemas generacionales que hostigan a los chicos de esas edades (con las drogas, el sexo y la sexualidad, o la falta de futuro como compañeros de viaje) y con un mensaje: que, a pesar de los choques socioculturales, dos personas tan distintas pueden llegar a conectar emocionalmente, ya que todos los seres humanos, más allá de la raza o religión, tienen las mismas necesidades afectivas. Una amistad (y un amor) por encima de homofobias y xenofobias, pese a homofobias y xenofobias. El tabú de la homosexualidad en la adolescencia se ha tratado en diversas ocasiones en Cine y Pediatría , tanto en los chicos ( Mi Idaho privado de Gust Van Sant, 1991 [Cine y Pediatría 234]; C.R.A.Z.Y. de Jean-Marc Vallée, 2005 [Cine y Pediatría 144]; Plegarias para Bobby de Russell Mucahy, 2009 [Cine y Pediatría 241]) como en las chicas ( Fucking Amal, Lukas Moodysson, 1998 [Cine y Pediatría 25]; Mi amor de verano, Pawel Pawlikowski, 2004 [Cine y Pediatría 89]; La vida de Adèle, Abdallatif Kechiche, 2013 [Cine y Pediatría 200]). Pero el tabú de la homosexualidad en un entorno social y racial como el de A escondidas ha sido tratado pocas veces. Y, aunque la película no tiene las virtudes de otras, al menos tiene la valentía de intentarlo y de intentarlo con casi solo actores adolescentes no profesionales, donde solo algunas caras de adultos resultan conocidas, entre ellas las de Alex Angulo, en la que fue una de sus últimas actuaciones.
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