CINE Y PEDIATRIA 5
22 desde el cine hacia los orígenes históricos de las artes, retomando los problemas planteados en la Poética de Aristóteles, donde por primera vez se defiende la idea de que la Poesía es más científica que la historia. Y precisamente allí, en la Poética, encontramos la clave para delimitar el campo gnoseológico de la Poética, de las Bellas Artes, y del cine en particular. Porque Aristóteles defiende la idea de que la Poética estudia las acciones humanas. Pero no las acciones humanas en general, sino las acciones finalistas en conflicto. Según esto, las Bellas Artes estudian las acciones finalistas en conflicto en su acontecer en presente dramático, de ahí que sean representativas, y no meramente enunciativas, como la Historia, por ejemplo, sin perjuicio de que la poética sea necesariamente, como advierte Gustavo Bueno, el núcleo técnico originario de la propia Historia, pero también de la Sociología, o de la Psicología, o de cualesquiera otras ciencias, como de la propia Pediatría. Al fin y al cabo, las artes estarían situadas en el estudio de lo que Reichembach llamaba el contexto de descubrimiento, porque el contexto de descubrimiento en cualquier ciencia es siempre un contexto dramático. El proceso operatorio en virtud del cual los científicos alcanzan determinadas identidades sintéticas es siempre un proceso dramático, en la medida en que esas operaciones están entretejidas en fines, planes y programas, que constituyen un ámbito importante de los estudios de Historia de las ciencias. Ahora bien, lo más comprometido de nuestra tesis acerca del cine como ciencia no está en el hecho de delimitar su campo, como acabamos de apuntar, sino en afrontar el verdadero problema de la gnoseología de la ciencia: el problema de la verdad. Qué tiene que ver el cine con la verdad y, en general, por lo que venimos diciendo, qué tienen que ver las artes con la verdad. Ciertamente en el cine encontramos muchas veces la voluntad de construir verdades, como cuando en el inicio de Amanecer , de Friedrich Wilhelm Murnau (Alemania, 1927), se dice que la película recoge una historia que se repite una y otra vez en cualquier lugar. O como cuando al terminar una película se advierte en pantalla que todo parecido con la realidad es mera coincidencia (recientemente, por ejemplo, lo hemos visto en la magnífica película española de 2014, La isla mínima de Alberto Rodríguez); mientras que otras muchas películas pretenden reconstruir acontecimientos concretos sometiéndose a los hechos con ánimo de mostrar una situación precisa acontecida; muchas otras películas se alejan de la realidad deliberadamente creando metáforas y mundos fantásticos de ontológica imposibilidad manifiesta que disfrutamos con fruición. De todos estos tipos de películas da cuenta, desde luego, Javier González de Dios, en el libro que nos ocupa, y todas son relevantes para la Pediatría, esa es la cuestión.
RkJQdWJsaXNoZXIy MTAwMjkz