CINE Y PEDIATRIA 5

cine y pediatría 5 25 escénico en el que tiene lugar la acción. Por extensión, Jordi Balló y Xavier Pérez definieron como semilla inmortal (Anagrama, Barcelona, 1997) la recurrente presencia de una misma acción en diferentes contextos escénicos. Por tanto, e interpretando a Gotthold Ephraim Lessing, en su obra clásica El Laocoonte , diríamos que la verdad de una obra de arte no está en su adecuación a “otra” realidad, sino en la disposición de un argumento, de una acción, a través de las partes que la componen: lo que es lo mismo que decir su verosimilitud. La verdad de una obra de arte está en la verosimilitud con la que se construye una acción. En la escultura, la pose resultante de la composición de las partes de la figura; en pintura la articulación de los objetos representados en un todo unitario (hemos hablado en otro lugar del Guernica de Picasso, como una recreación de la adoración de los pastores –acción– en el marco escénico de la Guerra Civil española, por ejemplo). La verosimilitud convierte a una obra de arte en un verdadero teorema de las artes; de manera que una película, en cuanto teorema cinematográfico, podrá entenderse como parte formal del entramado gnoseológico del cine. Ahora bien, el grado de verosimilitud de una obra cinematográfica no solamente está en función de su construcción interna (del montaje), sino también de los propios espectadores, lo que permite recuperar parte de la llamada estética de la recepción. En efecto, la verosimilitud de una película histórica, pongamos por caso, está en función no solo de los acontecimientos narrados y de la reconstrucción escenográfica, sino también de la capacidad crítica del espectador, que será mayor en el caso de que se trate de un historiador. Y lo mismo podemos decir del cine pediátrico. No tendrá la misma verosimilitud una película que aborda un tema pediátrico para Javier González de Dios, que para nosotros, por lo que, ciertamente, la capacidad de selección y discriminación que ofrece aquí nuestro autor es una salvaguarda para no perdernos en el proceloso mar de las “burdas imitaciones”. El autor de esta magna obra nos va orientando hacia una lectura crítica y ordenada del cine pediátrico en función de la verosimilitud que él mismo es capaz de juzgar mejor que otros, lo que convierte a estos libros en una guía incomparable para profundizar en el mundo de la Pediatría a través del cine. En definitiva, cine y Pediatría serían, pues, dos disciplinas gnoseológicas cuyos teoremas estarían articulándose entre sí. Por un lado, los teoremas cinematográficos, las películas, recogen a su modo el contexto operatorio y finalista que envuelve siempre la problemática pediátrica, proporcionando a la Pediatría una dimensión prudencial esencial para la práctica médica. Modelos, patrones y contextos que pueden jugar

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