CINE Y PEDIATRIA 6
publicado: sábado 05 de septiemre de 2015 190 Cine y Pediatría [295] on Women, esposas adolescentes que muchas más probabilidades de ser víctimas de abusos domésticos, de contraer enfermedades sexuales y de morir en el parto que las mujeres de más de veinte años. Drifet es una película que se ve con sorpresa e incredulidad , como si nuestro subconsciente quisiera hacernos ver que es ficción y no realidad lo que se nos presenta. Y bastan tres retazos de la película para comprender esto: • La declaración del padre en el juicio popular de la tribu: “El señor me ha honrado con tres hijas. No son chicos, pero son buenas chicas. A mi hija mayor la raptaron. Le gustaba correr. Corría como el viento. Había ganado un montón de medallas. Pero la raptaron. No intervine por temor a verter sangre. Ahora vive con un borracho y tiene tres hijos. Hirut siempre ha sido una niña difícil. Siempre ha sido testaruda. Desde muy pequeña. Al nacer casi mató a su madre. Quería ir a la escuela porque decía que así podría estudiar en la universidad. Siempre decía que no acabaría como su hermana. Su hijo vino y me pidió que le diera a Hirut. Le contesté que aún era una niña. Pero a él le dio igual, ya había decidido que la raptaría. Hizo lo que hizo para volver a casa conmigo. Fue culpa de su hijo, se la llevó en contra de su voluntad” . • La declaración de Hirut, cuando es absuelta, y la abogada le pregunta por qué llora y ella contesta: “No siento que haya ganado nada. Ni siquiera puedo proteger a mi hermana. Le harán lo mismo que a mí. ¿No lo ve? No puedo salvarla” . • Y el colofón final de la película: “Entre 1995 y 2002 la organización de Meaza ayudó a más de 30.000 mujeres y niños. El matrimonio por rapto fue ilegalizado y castigado con 15 años de cárcel después del caso de Hirut. Meaza Ashenafi fue galardonada con el Premio de África 2003. Hirtu reside en Etiopía y lucha contra la tradición de los secuestros” . Porque lo interesante de toda película (o cualquier manifestación artística) es la historia que, a veces, nos encontramos detrás. Y hoy nos hemos encontrado (y conocido) a Meaza Ashenafi , pues ella sigue al pie del cañón, junto a otras mujeres abogadas etíopes, en la lucha por la libertad y dignidad de las mujeres de su país. Y ella cambió esta cruel historia: según la ley de 1957, cometer telefa estaba castigado con tres años de cárcel, pero esa misma ley
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