CINE Y PEDIATRIA 6

publicado: sábado 21 de noviembre de 2015 244 Cine y Pediatría [306] para acompañarles en el proceso de aprendizaje, no ajena a los habituales conflictos sociales y familiares que les circundan. Por todo ello, Carmela tiene el respeto y admiración de sus actuales alumnos y de los padres que fueron exalumnos. Pero una enfermedad la ausenta de las clases durante varios meses, por lo que es sustituida por otra maestra, quien, incapaz de controlar la rebeldía de Chala, le quiere enviar a una escuela de conducta. Al regresar a las clases, Carmela se opone a esta medida y a otras situaciones que han ocurrido durante su ausencia de las aulas, siempre en defensa de sus alumnos. Dos frases ponen en evidencia la contundencia de sus afirmaciones: “Hay cuatro cosas que hacen a un niño: la casa, la escuela, el rigor y el afecto” y “Si quieres un delincuente, trátalo como un delincuente” . Porque con décadas de experiencia docente, ella sabe que solo el amor puede ser capaz de transformar una vida condenada de antemano al infortunio. Dos actos de Carmela (no permitir que Chala ingrese en una escuela de conducta y permitir que Yeni, la amiga/novia de Chala, coloque la imagen de una virgen en un mural del aula) hacen que sea sometida a un juicio sumarísimo por la mayoría de sus compañeros y directores, que quieren jubilarla. Al final de la película un fundido en negro y todo por responder. Y la voz de Chala que le dice “Deme, profe, que yo le llevo la cartera”. Y es así como Conducta aparece como una película oportuna y necesaria . Una película que convida a reflexionar sobre ese soporte ético fundamental en el que la Revolución Cubana construyó su proyecto social: la honestidad del hombre y, en consecuencia, una solidaridad humana basada en la integridad de sus principios y el respeto a su dignidad. Auténtico compromiso humanista revolucionario, pero donde el mundo marginal provocado por las carencias materiales de esa realidad social, donde buscarse la vida pasa por las formas ilegales y por aquellas que no deberían serlo, pero una legislación arbitraria y restrictiva, basada en preceptos de un socialismo equivocado, ha impregnado de prohibiciones y tabúes la existencia ciudadana coartando la iniciativa individual. Y en este contexto, el niño es el objeto debatido, la metáfora de un futuro incierto solo hipotéticamente rescatable gracias a la consecuencia y al compromiso ético de una educadora dispuesta a enfrentar el acoso de una estructura marcada por el mecanicismo burocrático, hipócrita e insensible, que la misma deformación del sistema ha engendrado en todas sus expresiones institucionales. Una vez

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