CINE Y PEDIATRIA 6

publicado: sábado 12 de diciembre de 2015 258 Cine y Pediatría [309] su edad, aunque bien extraños para los que le rodean: “No debo comer nada criado en las lunas de Saturno” . Por ello, no es de extrañar que Liz (Joan Cusack), la hermana de David, diga del niño que “podría ser un pequeño médium” o “a lo mejor es nuevo Mozart” o que su amiga Harlee (Amanda Peet) piense que es “como un pequeño Andy Warhol” . La película nos adentra en la especial relación que se va estableciendo entre David y Dennis y que, más allá de apostar por la importancia de la familia tradicional, nos aproxima a la idea universal de la necesidad de afecto que todos poseemos y, especialmente, los niños . Una película que nos hace reflexionar sobre el hecho de que todos somos especiales, distintos, con nuestras virtudes y nuestras carencias, y cómo la compresión y el cariño se transforma en el mejor antídoto frente al miedo que en la infancia provoca el abandono y la pérdida de un entorno familiar. El abandono que en algún momento sufrió el pequeño Dennis. El comportamiento del niño (con rasgos de trastorno del espectro autista, pero también con otros síntomas psiquiátricos asociados) no es fácil para un padre adoptivo (que decide, además, iniciar esa experiencia solo): Dennis es expulsado del colegio por precisar atención especial ( “Una decisión cruel” , dice David al director) y tiene que acudir al psiquiatra ( “No hace amigos y no se relaciona bien conmigo… y cree que va a flotar y salir volando” ). Sin embargo, David consigue la complicidad con “el niño de Marte” y baste recordar cuatro simpáticas escenas: la de la intentona por enseñarle a jugar al béisbol, la de la guerra de platos rotos y kétchup en la cocina, la del baile marciano en el salón (que termina con un “Bonita charla” del niño) o la de la bolera. Es cierto que el final es un tanto made in Hollywood , con esa simpática escena en que el niño es evaluado por el consejo de especialistas (que deben decidir si la acogida se convierte en paternidad) o la escena final en la azotea de la bóveda del Planetario y entonces, por fin, el niño logra llorar cuando se abraza a David y le dice “Dime por qué me abandonaron (mis padres)” … Porque como se nos recuerda al principio de la película, “todos los niños son de Marte y, al

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