CINE Y PEDIATRIA 6
cine y pediatría 6 25 “A l principio, no había nada. Solo había música. El primer día hizo el sol. Hace arder los ojos. Y después hizo la Tierra. El segundo hizo el mar. Te moja los pies. El viento hace cosquillas. El tercer día hizo los discos. Los que nacieron en los Estados Unidos hablan inglés. Yo no sé donde nací. El cuarto día hizo la televisión. El quinto día hizo el pasto. Cuando lo corta, llora. Hay que consolarlo, hablarle con suavidad. Si tocas un árbol, te conviertes en árbol. Si cierras los ojos, te conviertes en hormiga. El sexto día hizo a los hombres. Los hay de todos los colores. Nathalie es una mujer. Yo prefiero a las mujeres porque no pican cuando uno las besa. Más adelante voy a casarme con Nathalie. ¿Te casas conmigo? Eres linda, no vayas demasiado lejos. El domingo descansó. Era el séptimo día. Entonces se preguntó si no faltaba nada. El octavo día hizo a Georges. Y vio que era lindo”. Este comienzo tan espectacular pertenece a la película El octavo día (Jaco Van Dormael, 1996), película belga que recuerdo hoy, día 21 de marzo, Día Internacional del Síndrome de Down, día en el que escribo esta introducción del sexto libro del proyecto Cine y Pediatría . Esta película narra la historia de la amistad de dos hombres que se conocen por casualidad: Harry (Daniel Auteuil), un hombre de negocios divorciado con dos hijas y en crisis; y Georges (Pascal Duquenne), un hombre con síndrome de Down que se acaba de escapar de una institución mental. Una historia de amor y amistad, de liberación y generosidad a través del encuentro y choque entre dos mundos: el de Harry y el de Georges. El mundo de Harry se supone que es el de lo razonable, integrado en la sociedad; el mundo de Georges sería el desorden, la sinrazón… Pero ocurre lo contrario y Georges se refleja como el fuerte, pues ama sin límites, vive el hoy, se entrega a todo, y así su mundo es universalmente abierto, libre. Harry ha convertido el trabajo en condena, encerrado entre los asfixiantes muros de sus “siete días”, no ve más realidad que la de vender y exigir, no sabe dar. El encuentro con Georges supone entrar en el “octavo día”, en el que el amor es lo primero y, con ello, la verdad y la libertad, sin ataduras de tiempo ni muros en las normas y los días. Introducción Sumar en conciencia y humanización con el séptimo arte, con Cine y Pediatría
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