CINE Y PEDIATRIA 7
142 publicado: sábado 21 de mayo de 2016 Cine y Pediatría [332] dejando pasar el tiempo. Su nieta Alma está obsesionada con la idea de que lo único que puede devolverle el habla y la alegría a su abuelo es recuperar el olivo que vendió la familia contra su voluntad hace doce años. Con la ayuda de unas amigas, consiguen localizar el olivo en una multinacional de Dusseldorf: su figura se ha constituido en el eslogan de la compañía. Sin decir la verdad, sin un plan y sin apenas dinero, Alma embarca a su tío Alcachofa (siempre magnífico Javier Gutiérrez, quien ya diera el do de pecho en La isla mínima [Cine y Pediatría 255]), arruinado por la crisis, y a su compañero de trabajo Rafa (Pep Ambrós), que está silenciosamente enamorado de Alma. Los tres inician una loca road movie con un destino indefinido, pero con el objetivo de traer el olivo de vuelta a la masía familiar. Y es en Dusseldorf donde consigue movilizar conciencias a través de las redes sociales (Facebook)… hoy una realidad. Y así, la propia Icíar Bollaín nos dice que la esencia de esta película procede de un poema de Mario Benedetti , un poeta tan querido en mi familia: “El olvido no es victoria sobre el mal ni sobre nada, y si es la forma velada de burlarse de la historia, para eso está la memoria que se abre de par en par, en busca de algún lugar que devuelva lo perdido; no olvida el que finge olvido, sino el que puede olvidar” . Porque ese olvido en esta película viene relatado de la mano de un olivo, y que une de manera certera e imborrable los lazos de cariño entre un abuelo y su nieta. El anciano silenciado ya en ese olvido, la nieta dispuesta a todo por mantener viva la memoria. Y el olivo, un símbolo de esa unión, el vínculo y la historia de toda una vida. Raíces, muchas raíces… dirigidas a
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