CINE Y PEDIATRIA 7

cine y pediatría 7 145 Acepta el reto, pero es más complicado de lo que imaginaba, hasta casi convertirse en una pesadilla al comprobar que el lugar llamado aula es un almacén sucio y destartalado, con un par de libros hechos pedazos, un escritorio en mal estado, sillas rotas y la guarida de una rata, allí donde el paso del tren próximo provoca un medio terremoto horario. Y nada más comenzar una compañera le espeta: “Soy una maestra, pero esto no es enseñar. Esto es cuidar niños camino al reformatorio. Así que buena suerte…” . Y surge el abatimiento ya el primer día en nuestra protagonista: “Ha sido terrible. Era una señora simulando ser una maestra. Los niños vieron a través de mí” . Y la confesión a su marido: “No es lo que esperaba. Si voy nuevamente mañana, es por una sola razón: no quiero que nuestros hijos me vean flaquear” . Y por ello regresa a enfrentarse a aquellos niños desnutridos, sucios, maleducados, que viven hacinados en esa comuna junto a padres maleducados y sucios, con más afición al alcohol y las drogas que al trabajo, que intentan luchar para salir de la miseria pero que, a la vez, se sienten frustrados. Todo esto muestra una realidad para la joven maestra Stacey: la distancia que hay entre la escuela que soñó y la realidad que tiene enfrente. Por otra parte, el director del distrito escolar es inalcanzable cuando ella intenta solicitar recursos para mejorar las condiciones del aula y hacer mejor su trabajo. Pero, pese a todo y a todos, ella consigue enseñar a los niños palabras con valores que pega en la pizarra: la primera es “respetuoso” y la segunda “valiente”, y llegan muchas más… Y también les enseña música y les pone la “Oda a la alegría” de Beethoven y otras melodías que hacen que ese refugio vaya adquiriendo el calor de una escuela.

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