CINE Y PEDIATRIA 7
214 publicado: sábado 10 de septiembre de 2016 Cine y Pediatría [348] Muchos pacientes sufren problemas adicionales de comportamiento, incluyendo la falta de atención, hiperactividad e impulsividad, así como dificultades relacionadas con la lectura, la escritura o la aritmética, entre otras. También suelen ser comunes ciertos trastornos asociados, como por ejemplo los trastornos obsesivo- compulsivos (TOC), no solo los tics. Uno de los síntomas menos agradables es cuando el Tourette asocia coprolalia, pues pueden llegar a emitir obscenidades de forma convulsiva e involuntaria. Y el protagonista de esta película se llama (en la ficción y en la realidad) Brad Cohen (Dominic Scott Kay en el papel de niño y Jimmy Wolk en el papel de joven, ambos soberbios), un joven con síndrome de Tourette que quiere ser maestro y que le dio una lección al mundo . Porque él sabía lo que significaba sentirse diferente e incomprendido a causa del síndrome de Gilles de la Tourette o Tourette (él lo llamaba “el elefante”). Las burlas, los acosos y frustraciones formaron parte de su infancia, también la poca comprensión de su padre en la niñez ( “autocontrol es lo que necesitas” , le decía ante de divorciarse de su madre). Al padre le volvían loco los tics y eran intolerables para él, por lo que nunca pudo tener una relación cordial con su padre en esos primeros años. Luego llegó el recorrido por distintos especialistas sanitarios en busca de la respuesta a su problema. Y, de nuevo (como ya ocurriera en otras películas sobre enfermedades raras como El aceite de la vida [Cine y Pediatría 57] o Medidas extraordinarias [Cine y Pediatría 205]), es la madre la que investiga y encuentra la pista de la enfermedad de su hijo en los manuales del Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DMS): y la respuesta y nombre del amiguito llegó a los doce años.
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