CINE Y PEDIATRIA 7

220 publicado: sábado 17 de septiembre de 2016 Cine y Pediatría [349] afroamericano criado en la pobreza y rodeado de prejuicios raciales, tuvo una infancia con muy poca confianza en sí mismo (aunque su madre le decía: “Tienes todo el mundo aquí adentro. Solo tienes que ver más allá de lo que puedes ver” ), una adolescencia en que se volvió un niño irascible y un mal estudiante. Aun así, su madre, su eterno gran apoyo, siempre creyó en él, fomentó su imaginación, su inteligencia y, sobre todo, la confianza en sí mismo. Fue precisamente esa fe la que hizo cambiar y la que, en una de esas historias de superación, hizo que se convirtiera en uno de los mejores neurocirujanos del mundo. Conviene recordar la escena en que consigue el premio al mejor expediente académico del instituto y entonces oímos las palabras de la directora, tan negativas como equivocadas: “Benjamin es un chico de color. No tiene padre reconocido. Vino a nosotros con una enorme desventaja. No hay razón por la que ustedes no lo hicieran mejor que él. ¿Qué ocurre con ustedes? Deberían estar avergonzados” . La cara de Benjamín y de su madre nos lo dice todo… Pero ya se sabe en la vida: de las dificultades se sale ganando si lo leemos bien. Y ellos lo hicieron. Porque la gente se equivoca, pero el destino no. Y la película prosigue por etapas importantes de su vida: en 1969 logra ingresar en la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale, y allí se enfoca en la Neurocirugía, simplemente porque el cerebro le apasiona. En 1976 logra todo un reto: ser el primer afroamericano en incorporarse como residente en la John Hopkins, entidad que solo acepta dos estudiantes al año en Neurocirugía de entre cientos de aspirantes. En 1985 logra la plaza de Jefe de Neurocirugía Pediátrica de tan prestigioso hospital, y allí comienza a ver casos sindrómicos bien complicados de Von Hippel Lindau, de Rasmunssen, de epilepsias graves rebeldes polirresistentes a fármacos, etc. Para 1987 se le considera ya uno de los mejores neurocirujanos pediátricos del mundo… Porque tuvo fe y esa fe le acompañó durante su formación y profesión. Porque la película nos muestra la belleza y la magia de aprender, del conocimiento, de superarse a sí mismo, de la nobleza de ser un poco mejor cada día y salir del analfabetismo. Le pasó a Ben, a su hermano y le pasó a su madre, que era analfabeta y no quiere lo mismo para sus hijos, que iban por el mismo camino. Las imágenes frente a la tele en blanco y negro viendo un programa cultural de preguntas (al estilo de nuestro “Cifras y Letras”) es una forma bien sencilla de contarnos los avances conseguidos por ellos… O también esa

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