CINE Y PEDIATRIA 7
cine y pediatría 7 229 Son muchos y sugerentes los personajes de Maravillas : judíos trasnochados y románticos, jóvenes delincuentes tiernos y cínicos, un fotógrafo frustrado que habla de viejos y seguramente inexistentes tiempos, un cura misterioso que transporta joyas, un mago insólito que reconstruye en un escenario la muerte de grandes criminales de todos los tiempos, un oscuro actor, algunas prostitutas de poco pelo y una pequeña niña preciosa que juega con Mortadelo y Filemón. Personajes que se entrecruzan en la vida de Maravillas, que vienen y van para construir una galería de soledades, de insolidaridades, de turbias existencias que sueñan. Su docto director nos dice que el origen primero de la película fue el de narrar el paso de la infancia a la adolescencia de esa niña Maravillas (espléndida Cristina Marcos en su debut en el cine), una quinceañera rebelde en la España de inicios de los ochenta, quien convive de un forma muy especial con su padre (genial Fernando Fernán Gómez, en uno de sus papeles más aclamados), un pobre hombre al que desprecia, un fotógrafo viudo fracasado con problemas económicos y predilección por las revistas porno y la vagancia. De vez en cuando, el padre se ve obligado a quitarle dinero a la hija para poder satisfacer sus más bajos instintos. Maravillas tiene tres padrinos judíos de origen sefardita, amigos de su progenitor, unos charlatanes y prestidigitadores que la han acompañado desde su infancia. Salomón, el más cercano a ella, regenta una compañía teatral donde trabaja esporádicamente un joven “membrillo” con ojos de rana (Enrique San Francisco), que pronto se hace amigo y amante de la protagonista y que no es del gusto de su pequeño amigo delincuente (el mítico Pirri del llamado cine quinqui en España, delincuente y heroinómano en la ficción y en la vida real, y que realiza una confesión para recordar:
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