CINE Y PEDIATRIA 7

236 publicado: sábado 8 de octubre de 2016 Cine y Pediatría [352] anciana se siente incapaz de acompañarlo y llora la pérdida de su amor, pero a la mañana siguiente comprueba con alegría que Valentín no la ha abandonado y que se ha quedado por ella, al verlo sentado en el banco de siempre en el patio. Y aquí resuena el “Toda una vida” de Antonio Machín, cómo no. Y hoy ocupa esta película un lugar privilegiado en Cine y Pediatría , porque Manuel Summers es uno de los pocos directores españoles que ha centrado su filmografía en la infancia, la adolescencia y la juventud. Un equivalente a otros directores de otras latitudes, con más renombre que él (hablamos de François Truffaut en Francia o de Robert Mulligan en Estados Unidos), y por ello lo reivindicamos. Quizás Del rosa… al amarillo no alcance la plenitud de Los cuatrocientos golpes (1959 [Cine y Pediatría 80]) o de Matar a un ruiseñor (1962 [Cine y Pediatría 40]), pero también es una película mágica. Y al igual que recordamos el nombre de Antoine Doinel o de Atticus Finch, no deberíamos olvidar el de estas dos parejas de enamorados, Guillermo y Margarita, Valentín y Josefa. Pero, además de la película Del rosa… al amarillo , cabe reivindicar dos obras más de Manuel Summers alrededor de la Pediatría. Una de ellas es Adiós, cigüeña, adiós (1971), que parece concebida como una ampliación de la primera historia de Del rosa… al amarillo (1963), centrada nuevamente en los amoríos adolescentes, con embarazo de por medio. La otra es Me hace falta un bigote (1986), sobre una historia de recuerdos de amores de la infancia, mezclada con un rodaje de cine dentro de la propia película.

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